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Historia de los Patriarcas y Profetas (2008) - Ellen G. White Writings

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Los primeros jueces 513<br />

hicieran <strong>de</strong>morar el cumplimiento <strong>de</strong>l <strong>de</strong>ber. No solo poseían valor<br />

y dominio <strong>de</strong> sí mismos <strong>los</strong> trescientos hombres elegidos, sino que [534]<br />

eran también hombres <strong>de</strong> fe. No <strong>los</strong> había contaminado la idolatría.<br />

Dios podía dirigir<strong>los</strong>, y por su medio librar a Israel. El éxito no<br />

<strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong>l número. Tanto pue<strong>de</strong> Dios libertar por medio <strong>de</strong> pocos<br />

como <strong>de</strong> muchos. No le honra tanto el gran número como el carácter<br />

<strong>de</strong> quienes le sirven.<br />

Los israelitas se apostaron en la cumbre <strong>de</strong> una colina que dominaba<br />

el valle don<strong>de</strong> acampaban <strong>los</strong> invasores. “Los madianitas,<br />

<strong>los</strong> amalecitas y <strong>los</strong> hijos <strong>de</strong>l oriente se habían esparcido por el valle<br />

como una plaga <strong>de</strong> langostas, y sus camel<strong>los</strong> eran innumerables<br />

como la arena que se acumula a la orilla <strong>de</strong>l mar”. Jueces 7:12.<br />

Ge<strong>de</strong>ón tembló cuando pensó en el combate <strong>de</strong>l día siguiente.<br />

Pero Dios le habló durante las horas <strong>de</strong> la noche, y mandándole bajar<br />

con Fara, su asistente, al campamento <strong>de</strong> <strong>los</strong> madianitas, le dio a<br />

enten<strong>de</strong>r que allí oiría algo que lo alentaría. Fue, y mientras esperaba<br />

en la oscuridad y el silencio <strong>de</strong> la noche, oyó a un soldado relatar un<br />

sueño a su compañero: “He tenido un sueño: Veía un pan <strong>de</strong> cebada<br />

que rodaba hasta el campamento <strong>de</strong> Madián. Llegó a la tienda y<br />

la golpeó <strong>de</strong> tal manera que cayó; la trastornó <strong>de</strong> arriba abajo y la<br />

tienda cayó”. El otro le contestó en palabras que conmovieron el<br />

corazón <strong>de</strong> aquel oyente invisible: “Esto no representa otra cosa<br />

sino la espada <strong>de</strong> Ge<strong>de</strong>ón hijo <strong>de</strong> Joás, varón <strong>de</strong> Israel. Dios ha<br />

entregado en sus manos a <strong>los</strong> madianitas con todo el campamento”.<br />

Ge<strong>de</strong>ón reconoció la voz <strong>de</strong> Dios que le hablaba por medio <strong>de</strong><br />

aquel<strong>los</strong> forasteros madianitas. Regresó al sitio don<strong>de</strong> estaban <strong>los</strong><br />

pocos hombres que mandaba y les dijo: “Levantaos, porque Jehová<br />

ha entregado el campo <strong>de</strong> Madián en vuestras manos”.<br />

Por indicación divina, le fue sugerido un plan <strong>de</strong> ataque y lo<br />

puso inmediatamente en ejecución. Los trescientos hombres fueron<br />

divididos en tres compañías. A cada hombre se le dio una trompeta<br />

y una antorcha escondida en un cántaro <strong>de</strong> barro. Los hombres se<br />

distribuyeron en tal forma que llegaran al campamento madianita <strong>de</strong><br />

distintas direcciones. En medio <strong>de</strong> la noche, al toque <strong>de</strong>l cuerno <strong>de</strong><br />

guerra <strong>de</strong> Ge<strong>de</strong>ón, las tres compañías tocaron sus trompetas; y luego,<br />

rompiendo sus cántaros, sacaron a relucir las antorchas encendidas<br />

y se precipitaron contra el enemigo lanzando el terrible grito <strong>de</strong><br />

guerra: “¡La espada <strong>de</strong> Jehová y <strong>de</strong> Ge<strong>de</strong>ón!”

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