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EL COMETA SIGUE AVANZANDO<br />
Después de ese breve pero incendiario estado de júbilo y alegría, los ánimos se fueron<br />
apagando y la gente quedó a la expectativa de las noticias que esperaban.<br />
Sobre el anuncio del primer niño, aún no se había registrado alumbramiento alguno en<br />
ningún punto terrestre. Este acontecimiento extraño causó gran alborozo.<br />
La tensión nerviosa comenzaba a aumentar entre los reporteros que esperaban<br />
ansiosos información, en las puertas del centro astronómico, sobre el majestuoso astro<br />
que se acercaba más y más hacia la Tierra.<br />
Los sabios que analizaban el problema, no habían perdido la calma y se disponían a<br />
efectuar nuevas investigaciones, formular nuevas hipótesis y revisar los datos.<br />
Lo más desconcertante era la aparición repentina del fenómeno. Según su tamaño,<br />
debía haberse visto con un año de anticipación. Lo anterior parecía un absurdo sueño.<br />
La cruda realidad era que el astro cubría a esa hora más de la mitad del firmamento.<br />
También lo confirmaron las computadoras y éstas no estaban programadas para soñar.<br />
Hay momentos en la vida en los cuales, cualquiera que sea la posición del cuerpo, el<br />
alma está de rodillas.<br />
Uno de los hombres de ciencia, que había estado todo el tiempo frente a las video<br />
pantallas, y en silencio había analizado los datos suministrados por el radiotelescopio,<br />
bruscamente se levantó de su asiento y, nervioso, exclamó:<br />
—Este no es exactamente un cometa. No tiene cabeza sólida definida: es una pacífica<br />
nube, o algo que se está convirtiendo en energía pura y tiende a desaparecer.<br />
—Su masa total sólo debe pesar unas decenas de de toneladas; sin embargo, como<br />
están dispersas en varios millones de kilómetros, representan un gas supremamente<br />
tenue. Sólo, parte de ese gas, envolverá al mundo, sin causarle daño alguno.<br />
—Contiene sí, unos pequeñísimos gránulos de metal que se precipitarán hacia la<br />
Tierra; pero, al contacto con la atmósfera, se desintegrarán antes de llegar a la<br />
superficie.<br />
El astrónomo tenía razón.<br />
El director de grupo, después de comprobar los hechos, abrió la puerta del recinto y las<br />
cámaras de televisión mundial lo enfocaron.<br />
Con lágrimas en los ojos, y sin poder ocultar la emoción, así se expresó: