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CAMBIO ESPIRITUAL<br />
Faltaba una cosa muy importante: se había realizado un gran cambio en lo material y<br />
en el comportamiento humano en general. En estas circunstancias el sendero espiritual<br />
pedía una renovación —algo tendría que cambiar—.<br />
Esto no quiere decir que lo anteriormente predicado fuera falso. Por el contrario: los<br />
antiguos enviados y maestros anunciaron lo correcto. La verdad fue, es y será siempre<br />
una sola. Nunca cambia.<br />
La renovación consistía en que los hombres tomarían buena conciencia de las<br />
escrituras, que tan mal administradas habían estado por las religiones mercantilistas.<br />
En los últimos tiempos del egomundo existían más de 20.000 sectas o religiones<br />
distintas —brotaban como hongos—, pero, lo único que tenían en común eran los altos<br />
muros de egoísmo que levantaban entre sí.<br />
Trataban de resaltar utilizando la crítica y el hundimiento de las otras. No sabían que,<br />
quien rebaja a los demás para sobresalir, consciente es de su bajeza.<br />
Las religiones de muchos seguidores tenían cismas, divisiones y contradicciones entre<br />
sus ministros. Esto lo veían muy mal sus afiliados que caían en la tibieza espiritual.<br />
Muchos sabían predicar la verdad pero no la cumplían; no habiendo nada más<br />
perjudicial que un buen consejo acompañado de un mal ejemplo: La eterna<br />
contradicción del hombre era siempre la misma: ―distingo lo bueno, apoyo lo bueno,<br />
predico lo bueno, pero hago lo malo.‖<br />
Cumplían la palabra de la ley mas no su espíritu. En fin, en el egomundo todos<br />
deseaban un cambio pero nadie quería cambiar.<br />
No obstante los humanos habían sido guiados por seres super-evolucionados, este<br />
impulso no lo disfrutarían por mucho tiempo. La humanidad debería encumbrarse, por<br />
sus propios medios, hasta su feliz destino. Los hombres continuaban siendo libres,<br />
tanto para el bien como para el mal.<br />
Si no aprovechaban bien esos años, que tantos siglos de sufrimiento habían costado,<br />
podrían echar a perder todo y regresar a la barbarie. El libre albedrío —elemento<br />
básico con el cual el hombre puede fabricar su propio destino—, era difícil y peligroso<br />
de moldear, sin la ayuda de un artífice celeste que les enseñara su buen manejo.<br />
APARECE UN NUEVO ASTRO<br />
Muchas profecías se daban cita en este final de tiempos. La armonía de la paz<br />
contrastaba con la ansiedad por lo venidero. Todo transcurría normalmente, hasta que,<br />
cierto día, a eso de las 8 de la noche, el cielo repentinamente se luminó.