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—Habitantes de la poderosa nación Tierra: no es motivo de preocupación aquel<br />
fenómeno que contemplan en el firmamento.<br />
Se trata de una nube energética, de origen desconocido, que no presenta peligro<br />
alguno para la vida ni para el planeta. Así como un avión traspasa la nube, así la Tierra<br />
pasará a través de la cola del aparente cometa, compuesto de polvo cósmico, sin sufrir<br />
el menor efecto.<br />
—Es posible que a las tres de la madrugada se presente una lluvia meteórica que no<br />
ofrece, como lo he dicho, peligro para ningún ser viviente; en razón de que no<br />
alcanzará a llegar hasta nosotros.<br />
— ¡De eso estamos seguros!<br />
—Nuestros antípodas, como es natural, se encuentran en pleno día y no están<br />
apreciando este hermoso fenómeno. No se quedarán sin verlo.<br />
—A medida que les llegue la noche notarán que no se oscurece por completo debido a<br />
que la nube cósmica estará envolviendo nuestro planeta durante unas doce horas, sin<br />
perjudicarlo en lo más mínimo.<br />
—Queridos habitantes de Ecumenópolis: gocen del espectáculo celeste y den gracias<br />
a Dios. Deseo que este acontecimiento sea augurio de buenas nuevas para todos.<br />
Hemos bautizado el fenómeno con el nombre de Benignus.<br />
UN CASO INSOLITO<br />
La noticia fue recibida con beneplácito y, nuevamente, la emoción entró en ebullición.<br />
En las calles se agitaban remolinos de seres. Querían disfrutar del imponente<br />
espectáculo que venía, como un regalo ofrecido por el Cosmos, para el advenimiento<br />
glorioso del nuevo año que comenzaba.<br />
Excedentes de luz y color marcaban la pauta para el comienzo del año nuevo. Por<br />
esta parte, las personas quedaron contentas y satisfechas.<br />
En cambio, comenzó a causar extrañeza un insólito caso: En todo el mundo no nacía el<br />
primer niño.<br />
Habían pasado dos horas y los médicos sintieron temor de sus ―candidatas‖, que ya<br />
debían haber llegado a un feliz alumbramiento. Los niños no querían nacer.<br />
Algo se interponía entre la energía creadora y las madres. Una fuerza avasallante y<br />
extraña se apoderaba de ellas y les impedía dar a luz. Lo más raro del caso era que,<br />
este fenómeno, ocurría en todo el orbe; no podía ser una simple coincidencia.