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DOS NOTICIAS IMPORTANTES<br />
Esa noche, llena de presagios, los terrígenos se disponían a celebrar, en completa paz<br />
y dicha la llegada de un nuevo año. Pronto serían las 12 de la noche. Faltaba una hora<br />
escasa para terminar el ciclo anual y esos últimos minutos se hacían E t e r n o s.<br />
Los corazones vibraban emocionados en fraternal unión. Hermosos juegos de luces<br />
electrostáticas téslicas no contaminantes se lanzaban por los aires, destellando como<br />
flores vivas en la atmósfera (ya no usaban pólvora.) En los hogares se daba gracias al<br />
Cosmos Infinito por haberles permitido llegar a esa fecha ―lejos de todo peligro‖.<br />
Olas de júbilo y alegría bañaban a todos los hombres, exceptuando a los científicos<br />
que temblaban horrorizados en el centro de control del mayor telescopio del mundo.<br />
Habían cerrado las puertas del salón principal. Decidieron, en esta ocasión, no dar<br />
explicaciones sobre el fenómeno a los periodistas de las agencias de información que,<br />
afanosos, esperaban datos técnicos sobre aquel fascinante astro.<br />
Niños, adultos y ancianos miraban atentamente a sus receptores tridimensionales de<br />
televisión. Estaban pendientes de dos noticias muy importantes:<br />
La primera, era conocer el nombre y datos sobre el cometa que, a cada instante,<br />
iluminaba más y más la tibia noche.<br />
La segunda, era conocer la madre y el lugar donde naciera el primer niño de la nueva<br />
era. Esta costumbre se había propagado en los últimos años. Existía un premio para<br />
los padres del primer bebé que naciera al comienzo de cada año.<br />
Reporteros, con sus cámaras transmisoras, habían invadido hospitales y centros de<br />
salud. Cualquier sitio en donde hubiese una madre, próxima a dar a luz, se encontraba<br />
un informador que se disputaría el honor de comunicar al mundo esa tremenda primicia<br />
informativa.<br />
Miles de madres esperaban entregar el preciado fruto de sus entrañas, a esa hora.<br />
¡Faltaba un minuto para las doce de la noche!<br />
El ―gracioso‖ cometa, que pocas horas antes se veía como una raya luminosa en el<br />
espacio, ahora abrigaba todo el horizonte, alumbrando la parte oscura de la Tierra, con<br />
destellantes ondas de luz y color.<br />
Todos los ciudadanos del mundo estaban pendientes del reloj. 12 en punto: Campanas,<br />
sirenas, gritos, abrazos, oraciones y llantos, saturaron la atmósfera en un<br />
ensordecedor rugido.