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ASI HABLO SABIUM:<br />
—Habitantes del mundo. Queridos hermanos:<br />
—La enemistad de nación contra nación; el odio de reino contra reino; la envidia, la<br />
ambición desmedida y el egoísmo, dieron sus maléficos frutos.<br />
—Nos encontramos al final de una gran tragedia y, a la vez, en el umbral de una<br />
luminosa era de paz.<br />
—No hubo guerra como se creyó. No hubo vencedores. Sin embargo todos fuimos<br />
vencidos por las violentas máquinas que nosotros mismos creamos. Ahora debemos<br />
mostrar nuestra superioridad siendo magnánimos con nosotros mismos.<br />
—Sin ser provocado por ninguna nación, hubo el desencadenamiento atómico que<br />
anteriormente sí estaba diseñado y admitido por todos.<br />
—Debido a una sencilla falla en los sistemas, estalló la primera bomba, hubo confusión<br />
y, la verdad es que, 250 millones de hermanos nuestros que ayer eran, hoy no se<br />
encuentran físicamente con nosotros.<br />
—Más no se inquieten. Tengan en cuenta que, es tan segura la muerte para el que<br />
nace como segura es una nueva existencia para el que muere.<br />
—Nada puede dejar de existir. Simplemente las cosas se transforman y los seres<br />
evolucionan. Aún una hermosa sonrisa se trueca en otra cosa igualmente bella. Este<br />
mundo es, sencillamente un aula de la gran universidad del Cosmos donde se aprende<br />
a conocer el Infinito.<br />
—Los seres queridos, desaparecidos, ¡aún existen!, sólo cambiaron de puesto en esta<br />
larga carrera hacia la verdad. La prueba es que existe el hombre y con él el amor<br />
verdadero. Y sobre el verdadero amor cimentaremos una nueva y sola raza de<br />
superhombres.<br />
REGRESO A LAS CIUDADES<br />
Ante las palabras de Sabium ninguno se atrevió a hablar. Una vibración trascendental<br />
penetraba los corazones. Los humanos comprendieron, en escasos minutos, lo que no<br />
habían entendido en milenios.<br />
Un tercer ojo se desarrollaba en sus mentes. ¡Habían cambiado! Esta última<br />
experiencia, este último holocausto no sería en vano. Quien no ha sufrido en carne<br />
propia no entiende el sufrimiento de los demás.<br />
Ahora todos experimentaron el miedo, el hambre y la necesidad. Jamás volverían a<br />
permitir que, en el mundo, un solo niño muriera de hambre.