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Pero, de un momento a otro el rumbo del mundo cambió literalmente. Tanta felicidad no<br />
podía existir en un planeta. No todo goce es bendición del cielo ni toda pena es<br />
maldición de Dios.<br />
La ―suerte‖, esa diosa de dos caras, había tejido una obra maléfica a la luz de un<br />
pensamiento criminal. Desarrolló un plan macabro para acabar con la sagrada paz que<br />
los hombres guardaban con gran celo.<br />
Un astrónomo había detectado un colosal bólido que se precipitaba a una pasmosa<br />
velocidad contra la Tierra. ¡La destruiría completamente! *<br />
*Actualmente, los que están al corriente de asuntos cosmobiológicos, saben de ese<br />
planeta. Su nombre es ―Hercóbulos‖ y está habitado por seres tenebrosos<br />
pertenecientes al primer mundo. De hecho son demonios.<br />
Su ambición no cabía en su mundo, y por eso buscan un planeta donde descender<br />
para ensanchar su imperio ignominioso. Esclavizarán a los hombres lanzándolos a<br />
oscuros abismos de inconciencia y dolor.<br />
La maldad existente en el actual egomundo, por ley de afinidad, está atrayendo a<br />
ese horripilante planeta y no sabemos qué va a pasar.<br />
Existe otro planetoide, de importancia, que amenaza encontrarse con la tierra. Su<br />
nombre es Helin descubierto en 1976, en el observatorio de Monte Palomar, por la<br />
astrónomo Eleanor Helin. Su órbita es similar a la terrestre, y terminará chocando con<br />
nuestro mundo.<br />
La voz de alarma se propagó rápidamente. El resto de observatorios astronómicos, y<br />
los mismos extraterrestres, comprobaron lo antes dicho.<br />
Realmente se trataba de un gigantesco planetoide de billones de toneladas de peso. Al<br />
determinar su velocidad se confirmó que haría tremenda colisión con la Tierra en días:<br />
Cataclismos y maremotos borrarían de la superficie habitada todo vestigio de vida.<br />
Los hombres, empequeñecidos, no tenían cómo enfrentarse a ese descomunal<br />
enemigo. Los extraterrestres no habían traído naves con explosivos especiales para<br />
hacer cambiar el curso de ese bólido infernal. Habían venido en misión de paz.<br />
Le dieron a terrible planetoide el nombre de Malignus.<br />
Se programó una reunión de emergencia. No obstante, las soluciones presentadas<br />
fueron consideradas inefectivas. Los remolcadores espaciales y las naves<br />
extraterrestres no servirían para nada —sería como tratar de espantar a un dinosaurio<br />
a golpes de pañuelo—.