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—Esta reunión no da más espera. La Naturaleza está herida y los pueblos no resisten<br />
más. Es urgente la gran junta que definirá el futuro de la vida en la Tierra.<br />
¡Todos los presidentes de las naciones deben asistir!<br />
La cita es mañana a las 11.11 de la noche. Para el efecto deben tomar sus aviones:<br />
en pleno vuelo se les informará las coordenadas a seguir, y recibirán instrucciones<br />
sobre dónde deben aterrizar.<br />
—El sitio exacto del encuentro es secreto; esto no impedirá a los televidentes del<br />
mundo entero apreciar, en todo detalle, esta ecuménica reunión.<br />
Ante tan impetuoso, llamamiento, la invitación fue acatada por los países, que<br />
dispusieron de sus aviones más veloces y cumplieron las instrucciones dadas por<br />
Sabium. No hubo formulismos ni indecisiones. Una extraña y convincente fuerza se<br />
apoderaba de ellos. Sabium, en sus últimas palabras, no hablaba:<br />
¡Rugía!<br />
Y, como mansas palomas, obedecieron a un hombre, antes sólo un científico, ahora un<br />
formidable e impelente guía.<br />
EL ENIGMA DE LA TRANSMISION<br />
La imagen de Sabium era la única que se veía en todos los televisores, y su voz se<br />
escuchaba en cualesquiera de los radio- receptores.<br />
Algunas emisoras, en vano habían tratado de reanudar sus programas. Una<br />
potentísima onda electromagnética opacaba la de sus antenas. Ningún aparato<br />
radiotransmisor, en el mundo, lograba funcionar.<br />
Los técnicos comentaban que, el fenómeno se debía a una trasmisora de 18 millones<br />
de vatios de potencia en antena, algo insólito para esta tecnología, de otra manera<br />
sería imposible.<br />
Sin embargo existía algo equivalente y estaba en poder del científico. Por este motivo,<br />
y por la confianza que se había ganado al llevarlos nuevamente a sus hogares, lo más<br />
prudente era hacerle caso al hombre que, sin nacionalidad conocida, se había ganado,<br />
desde tiempo atrás, el cariño de los pueblos.<br />
Era genio, inventor, pacifista y científico por excelencia. Ahora se esperaban cosas más<br />
grandes de él. Citó a los presidentes de los países para comunicarles algo que sería de<br />
mucha importancia para los pueblos.<br />
¿Qué sería? ¿Qué iba a revelar a los dirigentes de esa humanidad que hervía de<br />
ansiedad? El carrusel del cambio definitivo comenzó a moverse.