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Los científicos de todas las vertientes de la ciencia estaban felices. Los ―alboréanos‖<br />
les ofrecían a diario suculentos banquetes de conocimientos.<br />
Los medios de difusión. Tomaron nuevo giro. En la televisión ya no más programas<br />
fastidiosos, donde mujeres hermosas, con falsas y compradas sonrisas, enseñaban a<br />
pavonar los pulmones con la mortal nicotina.<br />
En la época anterior, filosas propagandas, preparadas por los sagaces hijos de las<br />
tinieblas, enseñaban las ―delicias‖ del alcohol y el ―placer‖ del cigarrillo.<br />
En la televisión anterior, cándidos jóvenes aparecían alegres libando el etílico veneno,<br />
mas no dejaban entrever los destrozos que causaba en sus delicados organismos.<br />
En cambio en la Nueva Era, la televisión de pantalla holográfica 3d, se engalanaba con<br />
imágenes de majestuosas galaxias y planetas maravillosos.<br />
Los periódicos, que antes malgastaban kilómetros de papel en vanas politiquerías,<br />
noticias sensacionalistas y fotografías de su director, ahora enseñaban lo que era útil<br />
para la vida.<br />
En el pasado inmediato, pululaban revistas que enseñaban la violencia, presentándolos<br />
reportajes de rufianes y mafiosos, haciéndolos aparecer como héroes por sus violentas<br />
hazañas.<br />
Importantes publicaciones adornaban sus portadas con la tosca cara ensangrentada de<br />
un boxeador, que había ―triunfado‖ sobre su hermano, habiéndolo dejado moribundo en<br />
el suelo ante los aplausos de los equivocados seres que, llenos de alegría,<br />
patrocinaban tan execrable crimen. Pagaban por ver la muerte de un semejante a<br />
manos de un hermano.<br />
Lo anterior traía oro y gloria a un país. El mismo presidente felicitaba a estos<br />
monstruos de los golpes y aprobaba la brutalidad. Sabía que un pueblo idiota es la<br />
seguridad del tirano. En esta forma rebajaban la noble naturaleza humana. Y no<br />
hablemos del arte del toreo porque la sola palabra ensucia la noble naturaleza<br />
humana.<br />
Al contrario, en la Nueva Era, estos hombres despertaron y las revistas adornaban sus<br />
portadas con la imagen de grandes valores que servían de ejemplo para la nueva<br />
generación de superhombres.<br />
Los extraterrestres comenzaban a enseñar el secreto de la longevidad. Explicaban<br />
cómo el hombre, por su degradación de milenios, sólo llegaba enfermo y abatido a<br />
unos 60 u 80 años. No obstante la Naturaleza haberlo diseñado para vivir 900 o más<br />
años testimonios antediluvianos lo confirmaban.