DE LA SIERRA A LA CAPITAL - La Casa de Panchita
DE LA SIERRA A LA CAPITAL - La Casa de Panchita
DE LA SIERRA A LA CAPITAL - La Casa de Panchita
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
37<br />
Salud laboral<br />
regresó a mi pueblo. De hecho, ya no me encontré con mi padre ni con mis hermanos,<br />
porque mi padre se había regresado cerca <strong>de</strong> la frontera <strong>de</strong> Bolivia, allá mi padre<br />
trabajaba. Entonces, era imposible <strong>de</strong> encontrar con él y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> dos meses regresé a<br />
Lima. Pero, en ese regreso, mi i<strong>de</strong>a ya era <strong>de</strong> estudiar. Dije: «voy a estudiar, no sé cómo,<br />
pero voy a estudiar». Ya empecé a buscar trabajo en casas. Entonces, me dijeron que «en<br />
los días domingos tienes salida». Para entonces, yo estaba en 2 o grado <strong>de</strong> primaria.<br />
Entonces, me averigüé que había colegios en los que tú solamente estudias en los domingos<br />
y sábados. Entonces yo dije: «¡ah! Bueno, puedo aprovechar los días domingos para<br />
estudiar». Entonces, me esforcé para estudiar los domingos. Me dije: «cueste lo que me<br />
cueste, voy a estudiar allí». Y pagué y, así empecé a estudiar, hasta que terminé la<br />
educación primaria. Consigo otro trabajo y dije: «quiero estudiar, no importa que me<br />
paguen poco». En el colegio conocí una secretaria y ella me dijo -como me vio triste- y<br />
me preguntó: «¿qué te pasa?» y yo le conté mi caso: que estuve triste porque no pu<strong>de</strong><br />
estudiar bien. Ella me dijo: «hay otra persona que yo conozco, <strong>de</strong> repente te gustaría<br />
cuidar niños». Yo acepté, «sí, claro». Esa persona vivía en Pueblo Libre, me <strong>de</strong>jó su<br />
teléfono y llamé a esa señora. Me sacó <strong>de</strong>l trabajo don<strong>de</strong> tenía problemas y me llevó a<br />
su casa, y me dijo: «vas a estudiar en un colegio <strong>de</strong> monjas, pero vas a estudiar en la<br />
tar<strong>de</strong>». Mi sueño era volver a ponerme el uniforme <strong>de</strong>l colegio. Ella me compró mi<br />
uniforme y me matriculó al colegio. Me dijo: «ya no vas a estudiar sólo en los domingos,<br />
vas a apren<strong>de</strong>r más». Yo estaba feliz, hasta llorar. Nunca <strong>de</strong>jo <strong>de</strong> agra<strong>de</strong>cer a esta<br />
persona, que me ha ayudado bastante emocionalmente, aconsejándome. Siempre me<br />
trató como si fuera <strong>de</strong> su familia. Hasta ahora mantengo la comunicación con ella. Siempre<br />
me apoyan con algo. Ahora estoy trabajando en otra casa, don<strong>de</strong> la señora también es<br />
buena. Estoy en 5 o <strong>de</strong> secundaria y la señora me dice que tengo que prepararme para los<br />
estudios superiores, que tengo que averiguar qué carrera me gusta.<br />
(Juliana, 20 años, 5 o <strong>de</strong> educación secundaria)<br />
Para mí, fue sorpresa cuando mi papá me dijo: «hijita, ya te vas a ir». No sé, supongo que<br />
mi papá, cuando mi mamá se ha muerto, él se sentía que no pue<strong>de</strong> hacer (criarnos). Como<br />
éramos cuatro, no sabía qué hacer con cuatro niños él solo, y no sabía qué cosechar, cuidar<br />
los animales, a los niños no podía mandar (a pastear al ganado) porque no podían<br />
cuidar; porque son cerros, lejos, don<strong>de</strong> llevan los animales... luego, me vine a don<strong>de</strong> mi<br />
madrina, que no conocía. Mi papá me llevó y me <strong>de</strong>jó allí, solamente la conocía como 4<br />
horas. Tenía cinco años. Mi madrina me trajo a una ciudad, don<strong>de</strong> crecí con mi madrina.<br />
Un año aprendí, tardé para apren<strong>de</strong>r castellano, me pusieron al colegio. Allá estudiaba.<br />
Tenía mi hermana mayor, yo no la conocía, como soy la última y, tenía el sueño <strong>de</strong> conocer<br />
a mi hermana. Siempre me hablaban que está en una ciudad. A los 12 años, me escapé<br />
(<strong>de</strong>) don<strong>de</strong> mi madrina, para ir a conocer mi hermana. Me encontré mi hermana y la<br />
abracé pero ella no sentía lo mismo que yo sentía. «Hola», nomás me dijo, así, frío. «Yo<br />
me quiero quedar contigo», le dije, «ya, pues», me dijo. Y me <strong>de</strong>jó don<strong>de</strong> mi tía, su<br />
madrina. Y mi hermana se fue (a otro país), allá creo que ganaban un poquito más. Pero<br />
siempre me ignoraba, como (si) no fuera nada, como que hablaba otro idioma, como que