DE LA SIERRA A LA CAPITAL - La Casa de Panchita
DE LA SIERRA A LA CAPITAL - La Casa de Panchita
DE LA SIERRA A LA CAPITAL - La Casa de Panchita
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
<strong>LA</strong> SALUD: <strong>de</strong>recho violado<br />
3.1.2. Trabajo<br />
Para mí era bien difícil, porque a mi tía yo no la conocía, era la primera vez que la había<br />
visto, y fue bien difícil separarme <strong>de</strong> mis hermanos, con los que había vivido. Y cuando<br />
llegué acá, don<strong>de</strong> trabajaba mi tía, solamente había dos personas mayores, no había<br />
niños, no había con quién jugar. Yo vine a los 10 años, y fue muy triste, porque estaba<br />
acostumbrada a jugar, ser feliz en la sierra y, cuando llegué acá, era una tristeza tan<br />
gran<strong>de</strong> que no sabía. Poco a poco superé. Ahora, como ya tengo 20 años, ya es muy<br />
distinto, ¿no? Pero me acostumbré aquí, sola, con mi tía, con los señores. A veces extrañaba<br />
a mi mamá, extrañaba a mis hermanitos, era un poco difícil <strong>de</strong> acostumbrar... mi vida<br />
cambió bastante. O sea, cuando era niña, cuando vivía con mis padres, mi vida era muy<br />
distinta, era todo felicidad, vivía jugando nomás, no me preocupaba lo que es la alimentación,<br />
o sea, no estaba pensando en las cosas que <strong>de</strong>bo hacer, que tengo que hacer... En<br />
la sierra vivía feliz, con mis padres, con mis hermanos. En cambio acá, la soledad; y como<br />
yo era niña, más niña <strong>de</strong> ellos, no tenía con quién jugar, no había con quién hablar, así,<br />
cosas <strong>de</strong> niños. Solamente había dos señores mayores y mi tía, que también es mayor... He<br />
cambiado bastante, antes era más alegre, me gustaba jugar, me gustaba correr con mis<br />
amigas y ahora, creo que me he vuelto más tímida que antes, ahora estoy más cerrada, no<br />
me comunico con otras personas, soy más tímida. Antes, era más suelta, me gustaba hablar<br />
con mis amigas, me gustaba jugar con ellas, pero ahora no, soy más cerrada.<br />
(Bertha, 20 años, 4 o <strong>de</strong> educación secundaria)<br />
Mayormente, todo lo que es <strong>de</strong> mi tierra lo extraño, incluso el cariño <strong>de</strong> mis padres; todo<br />
el apoyo que me pue<strong>de</strong>n dar, que estén a mi lado, que me acaricie mi papá, como<br />
siempre, que me digan que me quieren. Que yo diga que estoy cansada, y me voy a mi<br />
cuarto y no quiero que me molesten.<br />
(Josefina, 21 años, 5 o <strong>de</strong> educación secundaria)<br />
Ahora, siento... A veces, necesito que me diga alguien: «¿cómo estoy (estás)?, ¿cómo<br />
siento (te sientes)?, ¡no hagas eso, está mal!» Aunque me griten, ¡que a veces me hablen!<br />
Que alguien se pregunte por mí.<br />
(Rina, 21 años, educación secundaria completa)<br />
<strong>La</strong>s personas que trabajan en servicio doméstico se encuentran en una situación especialmente<br />
vulnerable. Su trabajo se realiza a puertas cerradas, lejos <strong>de</strong> las miradas <strong>de</strong><br />
otras personas que no sean los propios empleadores.<br />
<strong>La</strong>s jornadas <strong>de</strong> trabajo suelen ser muy prolongadas, a veces <strong>de</strong> más <strong>de</strong> 12 horas. Generalmente,<br />
realizan todas las tareas <strong>de</strong> la casa: limpieza, cocina, lavado <strong>de</strong> ropa, cuidado<br />
<strong>de</strong> niños, algunas veces apoyan en el negocio <strong>de</strong>l empleador. Aquellas que asisten al<br />
colegio lo hacen agotadas y sin haber tenido tiempo para realizar sus tareas escolares.<br />
Algunas no tienen autorización para estudiar, otras no cuentan con un día <strong>de</strong> salida,<br />
46