DE LA SIERRA A LA CAPITAL - La Casa de Panchita

LA SALUD: derecho violado
Es bonito allá, al menos a mí me gusta, porque no voy seguido. He estado muy poco
tiempo, solamente he vivido de mi niñez, porque ya toda mi adolescencia, sólo lo he
pasado acá, lejos de mi pueblo. Y, siempre voy, pero me parece algo bonito, o sea, como
turista, o sea, llego y fotografío todo y regreso a Lima y después las mando (las fotos)
para que las vean. Sí, es bonito allá.
(Juana, 22 años, 4 o de educación secundaria)
Ya no me pongo pollera, la gente en la ciudad son bien burlones, se burla, se ríe. En altura
sí se usa pollera y mi mamá, allá, pone su pollera, pero en las calles yo no me pongo. En
la casa sí puedo poner, y en las actuaciones, cuando estoy mostrando mi pueblo, sí me
pongo el vestido. Como las costumbres en mi pueblo son así, así se viste, pero en la calle
no, ya me da roche. Es que, desde chiquita casi no me uso falda, como me han traído
desde chiquilla acá; después (usé) pantalón, ya.
(Yulissa, 22 años, 3 o de educación secundaria)
El cuarto grupo lo conforman las trabajadoras del hogar que se han quedado en Lima sólo
para cumplir la meta de estudiar y «ser alguien». A pesar de los años que viven en Lima,
siempre mantienen la idea de que es una situación temporal y que al terminar sus estudios
volverán a la sierra. Y, aunque algunas no volverían a su tierra, no desean cambiar,
quieren conservar la mentalidad y las tradiciones de su tierra.
Todos nosotros somos de allá (de mi provincia), pero tenemos que ser mejores. De aquí
vamos a volver, tenemos que volver. No vamos a volver como venimos, vamos a volver
mejores, así, un aliento que todos tenemos.
(Wara, 20 años, educación secundaria completa)
Yo siempre sigo siendo de la sierra porque nada ha cambiado; no he cambiado
nada en persona. De repente, un poco de culturización, un poco de más conocimientos,
nada más. Sigo siendo la misma persona. ¿Por qué me sentiría limeña?, porque
sigo siendo de la sierra, es mi cultura y, además, yo creo que siempre la voy a seguir
llevando rasgos que he traído de allá. Lo que he cambiado es conocimientos, en
saber un poco más. Yo siempre bailo mis bailes, siempre digo: «yo sé bailar eso», por
ejemplo la saya, que es de Puno y otros tipos de bailes que son de allá. Siempre,
cuando me encuentro con las chicas que son de allá, les digo: «oye, ¿tú sabes bailar
esto?» Yo sí sé bailar. Cuando regresé a mi pueblo, después de vivir un año en Lima,
lo que había cambiado toda mi familia; mis hermanos me decían: «seguro, como has
estado un año allá, no puedes comer aquí, no puedes pastear oveja». Yo decía: «si
yo soy de aquí, yo puedo ir a pastear el carnero, puedo ir para escarbar papas, normal,
hacer la chacra, sacar la quinua». Mi abuela me dijo para ir a la fiesta en el pueblo. No me
llamaba atención la fiesta, le dije a mi abuela: «tú puedes ir a la fiesta, yo me quedo a
pastear carneros». Y se quedó sorprendida. Yo, cuando voy allá no soy cohibida, porque
yo me he ido a Lima, pues. Llegando, como esa comida (comida propia de su zona). Otra
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