DE LA SIERRA A LA CAPITAL - La Casa de Panchita

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Salud laboral
PRESENTACIÓN
Veera Blomster, estudiante de antropología cultural de la Universidad de Jyväskylä llegó
a Lima en octubre 2003, como miembro del Programa de Voluntariado Finlandés de
KEPA, para apoyar nuestras actividades con trabajadoras del hogar en La Casa de
Panchita.
En la Asociación Grupo de Trabajo Redes tenemos especial preocupación porque las/os
voluntarios universitarios desarrollen simultáneamente algún proyecto personal que refuerce
sus intereses académicos. Veera señaló que a ella le gustaría conocer más sobre
el proceso de adaptación de las jovencitas que migran de provincia a la ciudad de Lima
para trabajar en servicio doméstico.
En la primera época de su estadía en nuestro país, Veera efectuó su propio proceso
de adaptación, realizado muy exitosamente. Ella tradujo al finés nuestro libro «Las
leyes y la realidad: trabajo infantil doméstico», orientó el trabajo de una promotora
ex trabajadora del hogar en un distrito de bajos recursos de Lima, participó en un
viaje a comunidades de Cajamarca para prevenir la migración temprana de niñas
rurales, y realizó múltiples tareas los domingos en La Casa de Panchita. Sus compañeras/os
del equipo de trabajo agradecemos su apoyo y la recordamos con cariño;
Veera fue una excelente embajadora que con su sonrisa y esfuerzo cotidiano nos
permitió conocer y apreciar más a Finlandia.
Veera pasó de una más que tímida, silenciosa participación, a una integración cálida y
risueña con las trabajadoras del hogar con las que mantuvo muchos íntimos diálogos en
medio del ruidoso movimiento dominical en La Casa de Panchita. De estas conversaciones
y de las entrevistas que realizó en el colegio Juana Alarco de Dammert, en el distrito
de Miraflores, fue surgiendo este libro «De la sierra a la capital».
Nuestra ONG ha elaborado diversas publicaciones enfocadas en la situación de las trabajadoras
del hogar y en la violación de sus derechos humanos y laborales. Éste es un
documento diferente, donde el énfasis está en el cambio personal: de las costumbres
rurales de un pueblo enclavado en nuestros Andes, a las propias de una gran ciudad
como es Lima. Todo ello en un proceso doloroso marcado por el racismo y discriminación
por tratarse de mujeres provincianas pobres, con quechua o aymara como lengua nativa,
insertas en una ocupación que en Perú se mira con desdén.