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El belén napolitano<br />
tración. Las fi guras presentan un minucioso realismo<br />
en el que ejercieron una gran infl uencia algunos pintores<br />
de género, tales como Rosa da Tivoli o Domenico<br />
Brandi, aunque en algunos casos los modelos eran tomados<br />
del natural, incluyendo las especies salvajes del<br />
jardín zoológico del rey.<br />
Entre la variedad de animales aparecen tres tipos<br />
diferenciados. En primer lugar, aquellos utilizados para<br />
el trabajo, el pastoreo y las aves de corral. Entre ellos se<br />
encuentran caballos, mulas, vacas, cerdos, rebaños de<br />
ovejas y cabras, conejos, pavos, patos, gallinas e incluso<br />
aves de caza como perdices, aunque posiblemente<br />
es más llamativa la presencia de búfalas, cuya leche es<br />
la materia fundamental para la elaboración tradicional<br />
de mozzarella. Otro grupo lo integra una variedad de<br />
animales callejeros, tales como perros, gatos, palomas<br />
y pájaros, todos ellos pululando por los ambientes de<br />
la ciudad en búsqueda de alimentos. Un último grupo<br />
presenta animales salvajes y exóticos, siempre vinculados<br />
al cortejo real, entre ellos caballos de raza árabe,<br />
camellos, elefantes, leones, monos, pavos reales, faisanes,<br />
etc., que contribuyen a crear la fantasía de la existencia<br />
de mundos idílicos poblados de animales fantásticos<br />
y riquezas.<br />
Los fi nimenti o aparejos se constituyen uno de los<br />
principales alicientes del belén napolitano. Aparecen<br />
como un repertorio en miniatura de todos los objetos,<br />
utensilios y productos que ofrecía la vida urbana<br />
y rústica del siglo XVIII, desde ajuares domésticos a<br />
piezas suntuarias representadas en alfombras, palios,<br />
ánforas, cofres, collares, armas e instrumentos musicales,<br />
todas ellas elaboradas a escala con los mismos ma-<br />
teriales que en la vida real, sorprendiendo los trabajos<br />
de vidrio soplado, los trabajos en fi ligrana de plata y las<br />
incrustaciones de toda clase de materiales preciosos.<br />
Les acompaña una reproducción realista de productos<br />
comestibles, unos realizados en barro y otros en cera,<br />
siempre ricos en matices.<br />
El plastico constituye la escenografía básica y era encargada<br />
a notables arquitectos que daban nombre al<br />
belén por ellos montado. Suele adoptar una disposición<br />
en gradas para facilitar la visión de diferentes escenas<br />
superpuestas y repite una serie de lugares comunes,<br />
como aledaños de la ciudad, calles y plazas. Exige<br />
la presencia de una serie de componentes diferenciados<br />
cuya colocación es arbitraria. Suele ser constante la<br />
presencia del masso, conjunto de caminos que serpentean<br />
por valles en los que se incluyen ríos y puentes.<br />
A veces adopta la forma de scoglio, paisaje abrupto de<br />
peñascos en que se ubican las escenas pastoriles, representaciones<br />
de establos o la Santa Gruta.<br />
De forma constante aparecen la fuente y el pozo, la<br />
posada en el entorno del mercado, en alusión al malogrado<br />
peregrinaje de María y José, que siempre está relacionada<br />
con el alimento material, y la gruta o templo,<br />
siempre en lugar destacado como centro de alimento<br />
espiritual al cobijar el Misterio. Cuando aparece la modalidad<br />
de gruta, suele estar organizada a dos niveles,<br />
reservando las cavernas inferiores para la colocación<br />
de fi guras de diablos, que son vencidos con el nacimiento<br />
de Cristo. A partir de los descubrimientos de<br />
Herculano (1738) y Pompeya (1748) el fervor por la<br />
arqueología transmutó la gruta en un suntuoso templo<br />
romano en ruinas, realzado por abigarradas formacio-<br />
<strong>Revista</strong> <strong>Atticus</strong> 13