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Los tres últimos días de Fernando Pessoa<br />
da o comprendida ante la inminencia del fi n. Entre la<br />
maraña de los yoes destaca la presencia de Álvaro Campos,<br />
un heterónimo que estudió para ingeniero y que<br />
pasa sus días ocioso en la capital portuguesa. Heterónimo<br />
fumador (Pessoa también fumaba), que enciende<br />
un cigarro ante la cama del enfermo, y es al que se le<br />
atribuye el poema “Tabaquería”, la poesía más bella del<br />
siglo según Tabucchi. El Campos nihilista, vanguardista,<br />
metafísico es probablemente el heterónimo dotado<br />
de más complejidad y fuerza. A Álvaro se le culpabiliza<br />
de la ruptura amorosa entre Pessoa y Ophélia. Este heterónimo<br />
se permite burlarse de ese amor y tachar de<br />
ridículas las cartas que escribe el enamorado Fernando.<br />
Además, Campos confi esa haber tenido una relación<br />
homosexual con un joven, una historia de amor con un<br />
inglés, a quien está dedicado un soneto que ha ocultado<br />
a Pessoa; “a partir de ese soneto nacerá la leyenda de<br />
tus amores reprimidos, y algunos críticos se frotarán<br />
las manos” (p. 107), comenta Tabucchi en voz del ingeniero.<br />
El último visitante es Antonio Mora, el<br />
loco lúcido. No es casualidad que sea el último<br />
en aparecer. Volvamos un poco atrás,<br />
Bernardo Soares (otro yo) le comenta a Pessoa<br />
una conversación con Mora:<br />
Me dijo en primer lugar que los dioses<br />
volverán, porque toda esta historia del alma<br />
única y de un solo dios es algo pasajero que<br />
está a punto de terminar dentro de los breves<br />
ciclos de la historia. Y cuando los dioses<br />
vuelvan los hombres perderemos esta<br />
unicidad del alma, y nuestra alma podrá ser<br />
de nuevo plural, como quiere la Naturaleza<br />
(pág. 122).<br />
La creación literaria de Pessoa es considerada<br />
por el mismo autor como “obra nocturna”.<br />
De noches fecundas, antítesis quizá del<br />
rutinario trabajo diurno. Es a media noche, a<br />
la hora de los fantasmas, cuando en el texto<br />
de Tabucchi viene a verle Álvaro Campos.<br />
Ante la muerte próxima puede tratarse de un<br />
delirio, de una alucinación, de un sueño, y en<br />
esos estados sin tiempo, en la oscuridad, en<br />
la noche donde todo tiene cabida es donde<br />
se muestran principalmente estos personajes.<br />
Antonio Tabucchi no hace sino elegir la<br />
ambientación más adecuada; entronca con el<br />
otro lado, lo anormal o incluso paranormal,<br />
lo extraordinario en conexión con el mundo<br />
nocturno, engendrador de sueños y pesadillas<br />
donde todo es posible. Es un tiempo sin<br />
tiempo, una atmósfera atemporal, ajeno a las<br />
leyes físicas espaciotemporales. Los personajes llegan<br />
de sitios cercanos o lejanos, ¿reales o imaginados?, en<br />
los que el tiempo es relativo. Un caso paradigmático:<br />
en el encuentro con el heterónimo Soares (el de El libro<br />
del desasosiego), el reloj de la habitación del hospital está<br />
parado.<br />
¿Cómo encontramos este título? Pues se encuentra<br />
recogido en el volumen: Sueños de sueños; Los tres últimos<br />
días de Fernando Pessoa. De este modo, tendremos<br />
también la oportunidad de leer breves “sueños”<br />
que tienen como protagonistas a personajes ilustres,<br />
entre otros García Lorca y Pessoa. (Como ocurre en<br />
estas obras y otras de Tabucchi, el recurso a la dimensión<br />
onírica es un escenario recurrente, que proporciona<br />
a su vez verosimilitud y desarrollo de la fi cción).<br />
El título está publicado en Anagrama, una editorial de<br />
prestigio pero no de tiradas solo basadas en criterios<br />
comerciales, a gusto del autor que prefi ere que sus li-<br />
<strong>Revista</strong> <strong>Atticus</strong> 67