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Catalina de Aragón y Castilla, Reina de Inglaterra<br />

sar de haber compartido cama durante siete noche en<br />

ese tiempo, y según palabras de ellas, y ratifi cadas por<br />

los médicos reales, virgen; en cambio, Enrique VII, en<br />

una carta enviada a sus consuegros, los Reyes Católicos,<br />

afi rmaba lo contrario, que la unión carnal de sus<br />

respectivos hijos se había consumado en la noche de<br />

bodas.<br />

Pasados siete años de incertidumbre y penalidades,<br />

a pesar de contar con la simpatía del pueblo inglés, y<br />

estando en un país lejano al suyo, el 12 de junio de<br />

1509, la Princesa Viuda de Gales contraía matrimonio<br />

en segundas nupcias con su cuñado, el ya rey, Enrique<br />

VIII; doce días después, festividad de San Juan Bautista,<br />

era coronada reina de Inglaterra. En esos primeros<br />

años de matrimonio, que siempre, y hasta el abandono<br />

de su marido, le guardo fi delidad conyugal, Catalina, en<br />

ausencia de éste, y debido a la guerra que se mantenía<br />

con Francia, actuó de regente de la nación, e incluso<br />

mando un cuerpo de ejército de reserva en la lucha<br />

contra el rey escocés Jacobo IV (1488 - 1513), muerto<br />

en la batalla de Flodden Field.<br />

En 1527, la reina Catalina, con una edad muy difícil<br />

para engendrar de nuevo, todavía no había dado<br />

ningún varón heredero al trono. De las siete veces<br />

que fue concebida por Enrique, tres llegaron a abortar;<br />

alumbró a tres varones que fallecieron al poco de<br />

nacer y la única sobreviviente a todos ello, fue María<br />

(1516 - 1558), que, a pesar de ser repudiada por su padre,<br />

por su fuerte catolicismo, llegaría a ser reina de<br />

Inglaterra e Irlanda, y que ha pasado a la historia con<br />

el sobrenombre de Bloody Mary (María la Sanguinaria),<br />

Catedral de Peterborough<br />

debido a sus persecuciones<br />

a los protestantes, y a enviar<br />

tres centenares de ellos a la<br />

hoguera en las jornadas de<br />

las llamadas “Persecuciones<br />

Marianas”. Por consiguiente,<br />

al no haber heredero varón<br />

al trono, se había creado un<br />

grave problema estatal y quizás<br />

un potencial confl icto<br />

en el futuro. Por esos días,<br />

Enrique mantenía relaciones<br />

extramatrimoniales con Ana Bolena, a quien había conocido<br />

en 1514; hermosa mujer, aunque con el defecto<br />

físico que en su mano izquierda era visible la punta de<br />

un sexto dedo, que por supuesto, ella encubría. Ésos<br />

encuentros amorosos, que tenían lugar en el castillo familiar<br />

de los Bolena en el condado de Kent, Catalina<br />

los consentía y aceptaba.<br />

En mayo de ese mismo año, mientras Roma era asaltada<br />

por Carlos I de España y V de Alemania, sobrino<br />

de Catalina (1500 - 1558) y el papa Clemente VII (1478<br />

- 1534) era confi nado en el castillo de Sant´Angelo, en<br />

Inglaterra, el cardenal Thomas Wolsey (1471 - 1530), el<br />

cual, también tenía en su nomina los títulos de arzobispo<br />

de Canterbury, cargo de jefe espiritual de la Iglesia;<br />

Canciller del Reino, limosnero del Rey y miembro de<br />

su consejo privado, para que en esa vista, en la que no<br />

asistió Enrique, Wolsey ,partidario de que se lograse el<br />

divorcio entre el inglés y la española, y así poder unir<br />

el Tudor con una princesa de Francia potenciando una<br />

alianza entre las dos naciones, se aparaba en el libro<br />

del tercer libro levítico del Pentateuco, que dice. “Si un<br />

hombre tomara para sí la mujer de su hermano, cometerá<br />

un grave pecado de impureza; habrá descubierto<br />

la desnudez de su hermano y no tendrá hijos varones”.<br />

Además, el cardenal primado de Inglaterra declaró no<br />

válida la sentencia emitida por el papa Julio II (1433 -<br />

1513) en 1503 en la que sentenciaba la virginidad de<br />

Catalina, ella, en su atenuación, y bajo juramento, afi rmaba,<br />

y así lo hizo hasta su muerte, que ese nupcias no<br />

se habían consumado. Los asesores españoles, que la<br />

habían asistido desde el primer momento de pisar In-<br />

<strong>Revista</strong> <strong>Atticus</strong> 57

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