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Pagola-Jose-Antonio-Es-Bueno-Creer

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le y misterioso, que es acogida infinita e insondable, el<br />

Dios «cariñoso con todas sus criaturas».<br />

7.4. La comprensión y el ofrecimiento de futuro<br />

La verdadera acogida implica una actitud de comprensión,<br />

esa capacidad de acercarse al otro no desde una postura<br />

condenadora o judicial, sino desde la empatia. Que esa persona<br />

desesperanzada pueda captar que, haga lo que haga,<br />

por muy graves que sean sus errores, por muy grandes que<br />

sean sus limitaciones o pecados, en mí encontrará siempre a<br />

alguien que la comprenderá. <strong>Es</strong>ta actitud genera esperanza.<br />

Tal vez, hemos de empezar por no despreciar a nadie, ni<br />

siquiera interiormente. No condenar precipitadamente y con<br />

ligereza. Saber comprender. La mayoría de nuestros juicios<br />

sobre personas concretas muestran casi siempre nuestra falta<br />

de comprensión, nuestra ligereza y superficialidad. Con esa<br />

mirada condenatoria podemos obstaculizar y destruir el nacimiento<br />

de la esperanza. San Pablo reacciona así contra<br />

este clima de mutua condena: «Basta ya de juzgarnos unos a<br />

otros; mejor será que adoptéis por criterio no poner obstáculo<br />

ni escandalizar a ningún hermano» (Rom 14,13). El que<br />

vive de la esperanza cristiana, no anticipa nunca el juicio<br />

definitivo: «No juzguéis nada antes de tiempo, esperad a<br />

que llegue el Señor: él sacará a la luz lo que esconden las<br />

tinieblas y pondrá al descubierto los motivos del corazón»<br />

(lCor4,5).<br />

Podemos crear entre todos un clima irrespirable. Nuestra<br />

incomprensión, nuestras interpretaciones torcidas y nuestra<br />

mirada maliciosa, pueden hacer más difícil la esperanza. Hemos<br />

de recordar siempre la advertencia de san Pablo: «Todo<br />

es limpio para los limpios; en cambio, para los sucios y<br />

faltos de fe nada hay limpio: hasta la mente y la conciencia<br />

la tienen sucia. Hacen profesión de conocer a Dios, pero<br />

con sus acciones lo desmienten, por esa detestable obstinación<br />

que los incapacita para cualquier acción buena» (Tit<br />

1,15). La lucidez ante el mal y la crítica son absolutamente<br />

necesarias en esta sociedad y siempre. Pero no hemos de

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