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Pagola-Jose-Antonio-Es-Bueno-Creer

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«Ya que habéis aceptado a Cristo Jesús como Señor, vivid<br />

como cristianos: enraizados en él, id construyéndoos sobre<br />

él; apoyados en la fe tal como os enseñaron, rebosando agradecimiento»<br />

(Col 2,6).<br />

La esperanza cristiana se construye día a día «enraizando»<br />

la vida en el Señor. Ahí está su verdadero secreto. Y ahí<br />

puede estar también el verdadero pecado contra la esperanza.<br />

Dios ha dado una orientación nueva a la existencia, ha<br />

introducido una esperanza en el mundo, pero nosotros podemos<br />

seguir actuando como si nada nuevo hubiera sucedido.<br />

La vida, animada por el <strong>Es</strong>píritu del resucitado, se mueve<br />

hacia un futuro de plenitud, pero nosotros podemos vivir<br />

como si ese <strong>Es</strong>píritu no estuviera actuando hoy.<br />

Nuestra primera tarea para recuperar la esperanza ha de<br />

ser «enraizar» nuestra vida en Cristo resucitado. Todo puede<br />

ir peor, en nuestra vida personal y en la sociedad; se pueden<br />

desmoronar nuestras expectativas y seguridades; puede llegar<br />

la oscuridad, el dolor o la vejez. Lo importante es que<br />

«el hombre interior» que vive de la fe, no se desmorone.<br />

«Aunque nuestro exterior se vaya desmoronando, nuestro<br />

interior se renueva de día en día» (2Cor 4,16).<br />

La esperanza cristiana no tiene otros cimientos. El análisis<br />

de la realidad puede producir optimismo en un momento<br />

determinado; la solución de los problemas puede darnos cierta<br />

tranquilidad, aunque sea pasajera. La esperanza nace del Señor.<br />

Lo mismo hay que decir dentro de la comunidad eclesial. La<br />

búsqueda de cohesión en la ortodoxia, el atrincheramiento en<br />

el propio grupo cristiano, las medidas disciplinares pueden generar<br />

cierta seguridad. La esperanza sólo brota del Señor. «Mire<br />

cada cual cómo está construyendo. Pues nadie puede poner<br />

otro cimiento que el ya puesto: Jesucristo» (ICor 3,10-11).<br />

4.2. En tensión hacia el futuro<br />

El que vive animado por la esperanza cristiana pone su mirada<br />

en el futuro. No se detiene sólo en el presente; no vive<br />

encadenado al pasado; mira siempre hacia adelante. La esperanza<br />

introduce siempre perspectiva de futuro.

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