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Pagola-Jose-Antonio-Es-Bueno-Creer

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3. Cristo, nuestra esperanza<br />

<strong>Es</strong> en medio de esta sociedad necesitada de esperanza donde<br />

los cristianos hemos de «dar razón de nuestra esperanza»<br />

(IPe 3,15) a nosotros mismos y a los hombres y mujeres con<br />

los que compartimos el final azaroso de este siglo. Una esperanza<br />

que no es una utopía más, tal vez mejor construida<br />

y más resistente, ni una reacción desesperada frente a las<br />

crisis e incertidumbres del momento, sino que se enraiza en<br />

Jesucristo, crucificado por los hombres pero resucitado por Dios.<br />

3.1. La resurrección de Cristo,<br />

fundamento de esperanza<br />

Nuestra esperanza tiene un nombre: Jesucristo. Se funda en<br />

un hecho: su resurrección. Todo lo que se encierra en la<br />

esperanza del cristiano, capaz de «esperar contra toda esperanza»,<br />

nace del crucificado que ha sido resucitado por Dios.<br />

El principio-esperanza del cristiano tiene su fundamento, su<br />

principium en ese acontecimiento y en la historia de esperanza<br />

abierta por él. Sólo desde Cristo resucitado se nos<br />

revela el futuro último que podemos esperar para la humanidad,<br />

el camino que puede llevar al hombre a su verdadera<br />

plenitud y la garantía última ante el fracaso, la injusticia y<br />

la muerte.<br />

La resurrección de Cristo abre para toda la humanidad un<br />

futuro de vida plena. Cristo resucitado por el Padre, sólo es<br />

«el primero que ha resucitado de entre los muertos» (Col<br />

1,18). Él se nos ha anticipado a todos para recibir del Padre<br />

una vida definitiva que nos está también reservada a nosotros.<br />

Su resurrección es fundamento y garantía de la nuestra.<br />

«Dios que resucitó al Señor, también nos resucitará a nosotros<br />

por su fuerza» (ICor 6,14). La muerte no tiene la última<br />

palabra. El hambre, las guerras, los genocidios, las limpiezas<br />

étnicas no constituyen el horizonte último de la<br />

historia. El sida, la metralleta, el cáncer no terminan con el<br />

hombre. El ser humano puede esperar algo más que lo que<br />

brota de las posibilidades mismas del hombre y del mundo.

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