Pagola-Jose-Antonio-Es-Bueno-Creer
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fundamente desdichado. El envidioso puede hacer daño a su<br />
alrededor, pero, sobre todo, se hace daño a sí mismo y se<br />
incapacita para disfrutar de lo que tiene y es.<br />
La envidia es una realidad muy generalizada. Aparece<br />
con mucha claridad en los niños porque todavía no saben<br />
disimularla, pero sigue persistiendo luego a lo largo de la<br />
vida, en un grado u otro, en muchas personas. El psiquiatra<br />
E. Rojas se atreve a decir que «todos la padecemos a lo<br />
largo de la vida en mayor o menor medida, en unos momentos<br />
u otros según las circunstancias»^ 7 . Lo que sucede es que<br />
la envidia es un sentimiento inconfesable que resulta vergonzoso<br />
mostrar y se oculta de muchas formas. Muchas veces,<br />
aparece disfrazada de hipercrítica o descalificación de<br />
los demás, desprecio, celos, resentimiento, escepticismo.<br />
El envidioso no está contento de sí mismo. Necesita mirar<br />
a los demás, compararse, añorar el bien de los otros,<br />
descalificar. Se siente injustamente maltratado por la vida.<br />
En su interior no hay alegría. Vive resentido, mirando de<br />
reojo a los demás. Difícilmente conocerá el envidioso la<br />
entrega generosa, el amor gratuito o la solidaridad.<br />
La liberación consiste en la aceptación serena de uno<br />
mismo. Disfrutar del regalo de la vida sin mirar continuamente<br />
a lo que tienen los demás. Crecer como persona sin<br />
estar comparándose constantemente con otros. Saber agradecer<br />
lo que uno es y tiene. Nunca será feliz aquel que vive<br />
mirando a quienes, aparentemente, son más dichosos que él.<br />
3.4. Vacío interior<br />
Una de las enfermedades más graves de nuestro tiempo es,<br />
sin duda, la falta de sentido. <strong>Es</strong>e «vacío existencial» del que<br />
habla V. Frankl y que padecen no pocas personas, incapaces<br />
de dar un sentido global a su existencia 18 .<br />
Pues bien, una persona que no encuentra sentido a su<br />
vida, no puede ser feliz. La falta de sentido es fuente de<br />
E ROJAS, O C, 328.<br />
V. FRANKL, El hombre en busca de sentido, Herder, Barcelona 1995 17 .