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Mitología Clásica y Literatura Española. Siete Estudios - Gonzalo de ...

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Las octavas reales añadidas por Caimsco <strong>de</strong> ¥igueroa a su traducción <strong>de</strong> la Jerusalén libertada<br />

La alusión al monte <strong>de</strong> Beocia don<strong>de</strong> residían las Musas, escenario <strong>de</strong><br />

enfrentamiento <strong>de</strong> éstas con las Piéri<strong>de</strong>s, que tras su <strong>de</strong>rrota fiíeron convertidas<br />

en urracas, y lugar <strong>de</strong> excelencia don<strong>de</strong> Pegaso originó con sus coces el<br />

nacimiento <strong>de</strong> la fuente Hipocrene, a cuyo alre<strong>de</strong>dor se reunían las musas para<br />

cantar y bailar, y cuya agua favorecía la inspiración poética, junto a la montaña<br />

<strong>de</strong>l Pindó en cuyos bosques habitaban los lapitas, y sobre todo, Cirene, hija <strong>de</strong>l<br />

rey Hipseo, quien protegía los rebaños paternos <strong>de</strong> las acometidas <strong>de</strong> las fieras,<br />

a<strong>de</strong>más <strong>de</strong>l célebre Parnaso, monte <strong>de</strong> la Fóci<strong>de</strong>, escenario oriundo <strong>de</strong> héroes<br />

como Calcón, Cipariso, Criso, los <strong>de</strong>scendientes <strong>de</strong> Dríope, Foco, Licoreo, Locro,<br />

Pirra, las Trías (ninfas <strong>de</strong> este monte), monstruos como Pitón, y visitantes ocasionales<br />

como Ulises, Yápigue o el mismo Zeus, encuentran correlatos más<br />

contemporáneos en las hispanas Cintra, Aranjuez y el Pardo, y dioses propios<br />

<strong>de</strong> la naturaleza, <strong>de</strong> los jardines y <strong>de</strong> los bosques: Apolo, Afrodita (Cipriana),<br />

Mercurio y Diana, diosa ésta última en cuyo santuario <strong>de</strong> Aricia, a orillas <strong>de</strong>l<br />

lago Nemi cerca <strong>de</strong> Roma, se le llamaba Diana Nemorensis, Diana <strong>de</strong> los<br />

Bosques. La selva <strong>de</strong> Doramas <strong>de</strong> Cairasco se fija en la isla <strong>de</strong> Gran Canaria<br />

como motivo literario, algo que se produce en las literaturas occi<strong>de</strong>ntales <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

Homero hasta nuestros días. La isla representa <strong>de</strong> ordinario el refugio i<strong>de</strong>al en<br />

el que uno pue<strong>de</strong> olvidarse <strong>de</strong> todo y don<strong>de</strong> se conserva lo que los continentes<br />

ya no tienen o han perdido. En pocos espacios naturales ha jugado el mito un<br />

papel tan <strong>de</strong>stacado como en las islas. Los griegos antiguos consi<strong>de</strong>raban que<br />

las islas habían sido sembradas al azar en la superficie marina por el capricho<br />

<strong>de</strong> alguna divinidad. Duris <strong>de</strong> Samos, historiador <strong>de</strong>l siglo IV a.C, afirmaba<br />

que <strong>de</strong> las piedras arrojadas por los gigantes, las que cayeron al mar se convirtieron<br />

en islas, y las que cayeron a la fierra, en montañas. Resulta impresionante<br />

la cantidad <strong>de</strong> fenómenos míticos que los antiguos colocaban en islas:<br />

<strong>de</strong>scubrimiento <strong>de</strong>l trigo, toda suerte <strong>de</strong> minas, abundancia <strong>de</strong> peces <strong>de</strong> todas<br />

clases, árboles frutales <strong>de</strong> todo tipo y todo aquello que contribuye al bienestar<br />

<strong>de</strong> la vida <strong>de</strong> los hombres. Incluso la creación <strong>de</strong> un género literario propiamente<br />

insular, <strong>de</strong>rivado <strong>de</strong> las <strong>de</strong>scripciones <strong>de</strong> las enciclopedias medievales,<br />

surge <strong>de</strong> los siglos XIV y XV, "los islarios", o libros <strong>de</strong> islas, especie <strong>de</strong> guías<br />

ilustradas para viajar al estilo <strong>de</strong> los portulanos o libros <strong>de</strong> pilotos. El éxito que<br />

tuvieron estos islarios, verda<strong>de</strong>ros repertorios más o menos completos <strong>de</strong> islas<br />

reales o imaginarias, muestra que las islas no <strong>de</strong>jaron <strong>de</strong> excitar la curiosidad<br />

<strong>de</strong>l humanista renacentista. La influencia <strong>de</strong> las islas es tal que incluso imprime<br />

carácter a quienes las habitan. Y así se suele <strong>de</strong>cir que las personas que viven<br />

en islas muy soleadas se transforman en gentes extravertidas, indolentes, con<br />

<strong>Mitología</strong> <strong>Clásica</strong> y <strong>Literatura</strong> <strong>Española</strong> — — — 55

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