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Leales a la Fe

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Pecado<br />

“Mirad <strong>la</strong>s heridas que traspasaron mi costado, y también<br />

<strong>la</strong>s marcas de los c<strong>la</strong>vos en mis manos y pies; sed fieles;<br />

guardad mis mandamientos y heredaréis el reino de los cielos”<br />

(D. y C. 6:33–37).<br />

“Estas cosas os he hab<strong>la</strong>do para que en mí tengáis paz.<br />

En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido<br />

al mundo” (Juan 16:33).<br />

Si recuerdas al Salvador y le sigues, podrás en verdad ser<br />

de buen ánimo; podrás experimentar una paz real y duradera<br />

en todo momento; podrás hal<strong>la</strong>r esperanza en <strong>la</strong>s primeras<br />

pa<strong>la</strong>bras que el Salvador dijo a Sus discípulos después de Su<br />

Resurrección: “Paz a vosotros” (Juan 20:19).<br />

Referencias adicionales: D. y C. 59:23<br />

Véase también Caridad; Espíritu Santo; Esperanza; Jesucristo; Amor;<br />

Servicio; Guerra.<br />

Pecado<br />

Cuando deliberadamente desobedecemos los mandamientos<br />

de Dios, cometemos un pecado. También lo hacemos<br />

cuando no actuamos de manera correcta a pesar de conocer<br />

<strong>la</strong> verdad (véase Santiago 4:17).<br />

El Señor ha dicho que Él “no [puede] considerar el pecado<br />

con el más mínimo grado de tolerancia” (D. y C. 1:31). El<br />

resultado del pecado es que el Espíritu Santo se aleja, y dicha<br />

consecuencia en <strong>la</strong> eternidad será no poder morar en <strong>la</strong> presencia<br />

de nuestro Padre Celestial, porque “ninguna cosa impura<br />

puede morar con Dios” (1 Nefi 10:21).<br />

Todos hemos quebrantado mandamientos o no hemos<br />

hecho lo que debíamos haber hecho según nuestro conocimiento<br />

de <strong>la</strong> verdad. El apóstol Juan enseñó: “Si decimos que<br />

no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y <strong>la</strong><br />

verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados,<br />

[Jesucristo] es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y<br />

limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:8–9). Mediante <strong>la</strong> ex-<br />

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