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Leales a la Fe

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Isaac y a Jacob. De acuerdo con <strong>la</strong> fidelidad que demuestres al<br />

recibir <strong>la</strong>s ordenanzas de salvación y guardar los convenios re<strong>la</strong>cionados<br />

con el<strong>la</strong>s, tendrás el derecho a <strong>la</strong>s bendiciones del<br />

sacerdocio y a <strong>la</strong> vida eterna. Las naciones de <strong>la</strong> tierra serán<br />

bendecidas por tus esfuerzos y por <strong>la</strong> <strong>la</strong>bor de tu posteridad.<br />

Véase también Bendiciones patriarcales; Convenio; Ordenanzas;<br />

Sacerdocio; Vida eterna.<br />

Conversión<br />

Conversión<br />

“Porque el ocuparse de <strong>la</strong> carne es muerte”, dec<strong>la</strong>ró el<br />

apóstol Pablo, “pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz”<br />

(Romanos 8:6; véase también 2 Nefi 9:39). En nuestro estado<br />

caído, con frecuencia luchamos contra <strong>la</strong> tentación y a veces<br />

cedemos ante “el deseo de <strong>la</strong> carne y <strong>la</strong> iniquidad que hay en<br />

el<strong>la</strong>” (2 Nefi 2:29; véase también “La Caída”, páginas 36–39<br />

de este libro). A fin de recibir <strong>la</strong>s bendiciones de <strong>la</strong> vida eterna,<br />

tenemos que “ser de ánimo espiritual” y conquistar nuestros<br />

deseos injustos. Tenemos que cambiar; para ser más<br />

preciso, tenemos que ser cambiados o convertidos mediante el<br />

poder de <strong>la</strong> Expiación del Salvador y mediante el Espíritu<br />

Santo; dicho proceso se denomina conversión.<br />

La conversión comprende un cambio de conducta, pero<br />

va más allá de <strong>la</strong> conducta; es un cambio en nuestra propia<br />

naturaleza, un cambio tan significativo que el Señor y Sus<br />

profetas se refieren a él como un nuevo nacimiento, un cambio<br />

del corazón y un bautismo de fuego. El Señor dijo:<br />

“No te maravilles de que todo el género humano, sí,<br />

hombres y mujeres, toda nación, tribu, lengua y pueblo, deban<br />

nacer otra vez; sí, nacer de Dios, ser cambiados de su estado<br />

carnal y caído, a un estado de rectitud, siendo redimidos<br />

por Dios, convirtiéndose en sus hijos e hijas;<br />

“y así llegan a ser nuevas criaturas; y a menos que hagan<br />

esto, de ningún modo pueden heredar el reino de Dios<br />

(Mosíah 27:25–26).<br />

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