Leales a la Fe
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Salvación<br />
Jesucristo, debes arrepentirte, bautizarte y recibir el don del<br />
Espíritu Santo (véase Hechos 2:37–38). Si ya te bautizaste y ya<br />
recibiste el Espíritu Santo mediante <strong>la</strong> debida autoridad del<br />
sacerdocio, has quedado condicionalmente salvo del pecado;<br />
pero no quedarás completamente salvo del pecado sino hasta<br />
que hayas terminado tu vida en <strong>la</strong> tierra, habiendo perseverado<br />
fielmente hasta el fin.<br />
Observa que no puedes ser salvo en tus pecados; no puedes<br />
recibir <strong>la</strong> salvación incondicional simplemente por dec<strong>la</strong>rar<br />
tu creencia en Cristo, mientras sabes que inevitablemente<br />
cometerás pecados el resto de tu vida (véase Alma 11:36–37).<br />
Por <strong>la</strong> gracia de Dios, puedes ser salvo de tus pecados (véase<br />
He<strong>la</strong>mán 5:10–11). Para recibir esa bendición, debes ejercer fe<br />
en Jesucristo, esforzarte por guardar los mandamientos,<br />
abandonar el pecado y renovar tu arrepentimiento y purificación<br />
mediante <strong>la</strong> ordenanza de <strong>la</strong> Santa Cena.<br />
Nacer de nuevo. Es posible que en alguna ocasión te pregunten<br />
si has nacido de nuevo. El principio del renacimiento<br />
espiritual aparece con frecuencia en <strong>la</strong>s Escrituras. El Nuevo<br />
Testamento tiene <strong>la</strong> enseñanza de Jesús de que debemos “nacer<br />
de nuevo” y que si no nacemos “de agua y del Espíritu,<br />
no [podemos] entrar en el reino de Dios” (Juan 3:3, 5). Esa enseñanza<br />
se afirma en el Libro de Mormón: “Todo el género<br />
humano, sí, hombres y mujeres, toda nación, tribu, lengua y<br />
pueblo, [deben] nacer otra vez; sí, nacer de Dios, ser cambiados<br />
de su estado carnal y caído, a un estado de rectitud, siendo<br />
redimidos por Dios, convirtiéndose en sus hijos e hijas; y<br />
así llegan a ser nuevas criaturas; y a menos que hagan esto,<br />
de ningún modo pueden heredar el reino de Dios” (Mosíah<br />
27:25–26).<br />
Ese renacimiento es un proceso que ocurre después que<br />
somos bautizados y recibimos el don del Espíritu Santo y se<br />
lleva a cabo como resultado de nuestra voluntad de “concertar<br />
un convenio con nuestro Dios de hacer su voluntad y ser<br />
obedientes a sus mandamientos en todas <strong>la</strong>s cosas que él nos<br />
mande, todo el resto de nuestros días” (Mosíah 5:5). Entonces<br />
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