Leales a la Fe
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Cómo buscar el perdón del Señor<br />
Perdón<br />
El pecado es una carga muy pesada: provoca <strong>la</strong> nerviosidad<br />
que resulta del sentimiento de culpabilidad y <strong>la</strong> angustia<br />
de saber que hemos obrado en contra de <strong>la</strong> voluntad de nuestro<br />
Padre Celestial. Nos provoca un remordimiento persistente<br />
al comprender que, como consecuencia de nuestros<br />
hechos, tal vez hayamos <strong>la</strong>stimado a otras personas e impedido<br />
que nuestro Padre nos dé <strong>la</strong>s bendiciones que ha estado<br />
dispuesto a darnos.<br />
Por <strong>la</strong> expiación de Jesucristo, podemos recibir el perdón<br />
de nuestros pecados mediante el arrepentimiento completo y<br />
sincero. La vida pecaminosa ocasiona sufrimiento y dolor,<br />
pero el perdón del Señor nos brinda alivio, consuelo y gozo.<br />
El Señor ha prometido:<br />
“He aquí, quien se ha arrepentido de sus pecados es perdonado;<br />
y yo, el Señor, no los recuerdo más” (D. y C. 58:42).<br />
“Si vuestros pecados fueren como <strong>la</strong> grana, como <strong>la</strong> nieve<br />
serán emb<strong>la</strong>nquecidos; si fueren rojos como el carmesí,<br />
vendrán a ser como b<strong>la</strong>nca <strong>la</strong>na” (Isaías 1:18).<br />
Tú puedes experimentar ese mi<strong>la</strong>gro, ya sea que tengas<br />
que arrepentirte de pecados graves o de debilidades cotidianas.<br />
Tal como el Salvador rogó a Su pueblo en <strong>la</strong> antigüedad,<br />
nos ruega hoy:<br />
“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y<br />
yo os haré descansar.<br />
“Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que<br />
soy manso y humilde de corazón; y hal<strong>la</strong>réis descanso para<br />
vuestras almas;<br />
“porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mateo<br />
11:28–30).<br />
“¿No os volveréis a mí ahora, y os arrepentiréis de vuestros<br />
pecados, y os convertiréis para que yo os sane?<br />
“Sí, en verdad os digo que si venís a mí, tendréis vida<br />
eterna. He aquí, mi brazo de misericordia se extiende hacia<br />
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