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Leales a la Fe

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Sacerdocio<br />

otra persona para que lo haga) a fin de gobernar toda <strong>la</strong><br />

Iglesia (véase D. y C. 43:1–4; 81:2; 132:7).<br />

El Presidente de <strong>la</strong> Iglesia delega <strong>la</strong>s l<strong>la</strong>ves del sacerdocio a<br />

otros líderes del sacerdocio a fin de que presidan en sus áreas<br />

de responsabilidad. Las l<strong>la</strong>ves del sacerdocio se otorgan a los<br />

presidentes de templos, de misiones, de estacas y de distritos;<br />

y a los obispos, a los presidentes de rama y a los presidentes de<br />

quórum. La persona que preste servicio en uno de esos l<strong>la</strong>mamientos<br />

poseerá <strong>la</strong>s l<strong>la</strong>ves únicamente hasta que sea relevado.<br />

Los consejeros no reciben l<strong>la</strong>ves, pero sí reciben autoridad y<br />

responsabilidad en virtud de su l<strong>la</strong>mamiento y asignación.<br />

Ejercicio recto del sacerdocio<br />

Si eres poseedor del sacerdocio, recuerda que éste debe<br />

ser una parte integral de tu persona en todo momento y en<br />

toda circunstancia. No es como un abrigo que se pone y se<br />

quita cuando uno lo desee. Toda ordenación a un oficio del<br />

sacerdocio es un l<strong>la</strong>mado a toda una vida de servicio, con <strong>la</strong><br />

promesa de que el Señor te capacitará para hacer Su obra de<br />

acuerdo con tu fidelidad.<br />

Debes ser digno para recibir y ejercer el poder del sacerdocio.<br />

Las pa<strong>la</strong>bras que uses y tu conducta diaria afectarán tu<br />

capacidad para prestar servicio. Tu conducta en público debe<br />

ser intachable, pero tu conducta en privado será aún más importante;<br />

por medio del profeta José Smith, el Señor dec<strong>la</strong>ró<br />

que “los derechos del sacerdocio están inseparablemente unidos<br />

a los poderes del cielo, y que éstos no pueden ser gobernados<br />

ni manejados sino conforme a los principios de <strong>la</strong> rectitud”<br />

(D. y C. 121:36) y Él advirtió a los poseedores del sacerdocio:<br />

“Cuando intentamos encubrir nuestros pecados, o satisfacer<br />

nuestro orgullo, nuestra vana ambición, o ejercer mando,<br />

dominio o compulsión sobre <strong>la</strong>s almas de los hijos de los<br />

hombres, en cualquier grado de injusticia, he aquí, los cielos<br />

se retiran, el Espíritu del Señor es ofendido, y cuando se<br />

aparta, se acabó el sacerdocio o autoridad de tal hombre. He<br />

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