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Estudios Revista Ecléctica. Número 69 - Christie Books

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un energúmeno. Ni el delincuente ni el homosexual<br />

se enmiendan con el tormento. Su remedio<br />

eficaz está en una mayor cultura humana y<br />

en una más perfecta organización de la sanidad<br />

social y de la policía científica.<br />

II<br />

Es angosto el espacio disponible en una<br />

revista para la reseña de un libro tan nutrido<br />

de sugestiones como es el último—y 1° son<br />

todos —del doctor Marañón. Escrito en ceñida<br />

prosa expresiva, se hace todo él fácil para que<br />

su lectura no se limite al ojeo de los profesioles,<br />

y asalte las bibliotecas—las mesas de estudio,<br />

mejor—del público ancho que hasta ayer<br />

se decía profano en estas materias vergonzantes<br />

y lucífugas.<br />

Libro lleno de fe en una perfección más o menos<br />

longincua, se adelanta su defecto más eminente,<br />

su carestía, que lo aleja del gran público,<br />

cuando, a nuestro entender, es en el gran<br />

público donde dejaría más seguras semillas.<br />

Aunque entrañasen un peligro fácil de ver. El<br />

peligro: Por ser un libro de exculpación científica,<br />

cabría ia posibilidad de que algunos—ellos<br />

o ellas—intersexuales de tipo extremo reaccionasen,<br />

desvergonzados y casi exhibicionistas,<br />

gozosos de poder dejar entrever su verdad, largamente<br />

reprimida; pero...<br />

Pero las ventajas de la múltiple lectura serán<br />

muchas. Por los casos extremos que intentarán<br />

rectificarse; por el tipo de varón que le muestra<br />

a la mujer como más perfecto; porque la<br />

mujer comprenderá dónde está el punto de su<br />

feminidad... y, una vez femenina, dejará de<br />

admirar como arquetipo másculo al gigólo, o<br />

al ondulado efebo de las películas, y volverá<br />

a la castíaa estética de que: El nombre y el oso,<br />

cuanto más feo, más ñermeso. Esto es: cuanto<br />

más viril, cuanto más diferenciados posea sus<br />

caracteres sexuales. Y el hombre se convencerá<br />

de cómo es más cabal, más íntegro, más bello...<br />

y no acudirá al cejista, ni a la tricotomía artística...<br />

¡Ni siquiera al regenerador del cabello! Y<br />

volviendo la Moda al cauce natural, se irá paso<br />

a paso por el camino verdadero. La pena está<br />

en no poder galopar...<br />

Pero aun para hoy todo padre y toda madre<br />

oirán la voz de alerta, y aprenderán a mirar<br />

con otros ojos la belleza de sus hijos. E igual<br />

que procuran desembarazarles la senda económica,<br />

dándoles carrera o medios de vida, se<br />

ocuparán un poco más de ayudarles en la otra<br />

senda más peligrosa, la sexual, en la que suele<br />

andar cada uno tropezando a solas, o en mala<br />

compañía. Y con sólo tener ojos los padres, podrán<br />

hacer que la naturaleza filial tome un rumbo<br />

seguro, del que dependerá toda la existencia...<br />

tJa$ que saber... Ha$ que saber... proclama<br />

con voz entera el doctor Marañón. Hay que<br />

sustituir el misterio del sexo por la verdad del<br />

sexo; la castidad peligrosa de la ignorancia—<br />

que por no saber nada lo presume todo—, por<br />

la castidad serena de la sabiduría. Y desde la<br />

cátedra, desde la tribuna, desde el libro, no<br />

cesa, ejemplar, de apuntar, certero, hacia el hito<br />

de la perfección. ¡Lástima que no pueda enseñarnos<br />

más que el camino conducente a ella!:<br />

a la diferenciación perfecta, al gonocorismo:<br />

el hombre, sólo hombrera hembra, sólo hembra.<br />

Ya se dijo más veces que al doctor Marañón<br />

se debía la seria solicitud que a estas cuestiones<br />

de vital interés dedican ahora gentes hasta hace<br />

poco voluntariamente retraídas. Pero aun hay<br />

demasiada hipocresía—o ignorancia—en quienes<br />

creen que con volverse de espaldas al Mal<br />

se adelanta algo en el Bien. Y por eso, tan<br />

digno de alabanza como el trabajo paciente e<br />

iluminado de Gregorio Marañón, es su gesto, en<br />

un país en donde, desde todos los rangos, el<br />

hombre se ufana de la propia virilidad. Bien<br />

hace que sea un verdadero varón el que hable<br />

de la virilidad ajena, y que, después de la estocada<br />

a fondo dada al donjuanismo, nos descubra<br />

el enemigo intersexual que nos aceeña, la<br />

espina envenenada clavada en nuestra vida<br />

instintiva.<br />

Conocer el peligro, es dar ya un paso para<br />

la defensa. Por eso, más que reseñar el libro<br />

Los estados intersexuales en la especie ñumana,<br />

y cuyo solo índice de materias ya basta para<br />

sujetarse al interés, nos limitamos a recomendar<br />

que nadie deje de leerlo. Por el bien de la futura<br />

Humanidad consciente, por el triunfo del<br />

cultivo integral del niño.<br />

III<br />

La bella hipótesis de Marañón viajará siempre<br />

con escolta. A su retaguardia se oirán<br />

constantemente toques de atención, Desde el

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