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Estudios Revista Ecléctica. Número 69 - Christie Books

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Mientras llegaba la hora cié percibir aquella limosna, el galán se iba consumiendo en la<br />

lumbre de su contenida ansia. Ajeno a cuanto no fuera La Perla, inmóvil, extático, era un mueble<br />

más en el lujoso camarín, una figurilla grotesca puesta en un rincón para entretener a los<br />

visitantes.<br />

Sí, forzado a hablar por La Perla, abandonaba su mutismo, lo hacía poniéndose de setenta<br />

colores y atragantándose a cada palabra.<br />

Inútil es decir cuál sería aquella noche su vergüenza al verse objeto de las bromas de Juana.<br />

—Pues sí—continuó ésta—; el caso es graciosísimo.<br />

—¡Venga de ahí!—interrumpió uno de los tertulios.<br />

—Ya saben ustedes, se sabe hasta en Belchíte, que la mujer de Gcmnis, ese atleta que levanta<br />

en el Circo pesos inverosímiles, está, mejor dicho, estaba en relaciones con el marquesito de<br />

la Cruz.<br />

— Cara le resalta la inglesa.<br />

— Y el hércules; porque, para !a explotación amatoria, el matrimonio constituye una razón<br />

social.<br />

—No te adelantes, periodista. Lo cierto es que sin estorbo por parte del marido, el marquesito<br />

gozaba los favores déla hermosa extranjera. Ella, dicho sea sin bromear, le era completamente fiel.<br />

—Hasta ahora—dijo el conde de Garantiza, oficial amante de La Perla—, exceptuando ia<br />

fidelidad, el caso es corriente.<br />

—¡Ya verás, ya verás!... Parece ser que de un mes acá el marquesito demoraba o regateaba<br />

las exigencias de la estirada londinense. No lo hacía el hombre de tacaño; lo hacía por estar en<br />

las últimas; los judíos se le pusieron de uñas, sus rentas resultaban insuficientes... Lo que ocurre<br />

cuando se estira la manga más de lo posible...<br />

—Así es. Manolo está arruinado.<br />

—De que lo estaba se enteró muy pronto la inglesa y determinó ponerle a! fresco; pero el<br />

marqués se pegó a ella como una lapa. No la dejaba a sol ni a sombra. Inútiles fueron desprecios,<br />

repulsas, negativas... El ostra no se despegaba de la concha, dificultando la implantación de un<br />

sustituto. ¡Los hay muy "pelmas"; créanmelo ustedes, señores!<br />

—Recoja quien deba la indirecta—exclamó el periodista.<br />

—Gemnis—siguió La Perla—, no tomaba parle en las escenas provocadas por el marquesito<br />

de la Cruz; pero como éste no se daba a partido fue preciso acudir a los grandes recursos.<br />

Anoche, luego de finalizar su ejercicio, entró en su cuarto c! forzudo gimnasta. Acompañábale un<br />

norteamericano que varea los dólares. El marqués discutía con !a inglesa enfurruñadamente.<br />

—Ketty—dijo el atleta, encarándose con su cónyuge—, este señor (por e! americano) es la<br />

persona de quien te hablé anoche.<br />

—Servidor—repuso el americano inclinándose—. Supongo—añadió—que estará usted conforme<br />

con las proposiciones que he tenido el honor de hacerle por conducto de Gemnis.<br />

Tocó entonces inclinarse a la inglesa, en señal de consentimiento.<br />

—Asunto arreglado—habló Gemnis—. Ahora—continuó dirigiéndose al marquesita — a lo<br />

nuestro. Desde hace tres meses nos viene usted explotando de una manera inicua.<br />

—¡Yo!...—exclamó el de la Cruz.<br />

—Usted, caballero; usted, que sin cumplir los tratos estipulados entre nosotros, regateándonos<br />

dinero al principio y no dando después ninguno, tiene la pretensión absurda de continuar sus<br />

intimidades con mi encantadora mujer. Eso, caballero, es una estafa. Usted deja incumplido<br />

nuestro contrato. Usted nos pretende arruinar. De mil formas corteses Kctty ha indicado a usted<br />

que se retírase. Yo no quería intervenir; pero en vista de su actitud, ¡qué remedio! Nuestros<br />

intereses lo exigen. Usted sobra aquí.<br />

Gemnis, cogiendo al marqués de la pretina del pantalón con una sola mano, lo tiró contra la<br />

pared del pasillo, cerró la puerta y, metiéndose en el tocador, dijo, mientras corría los tapices:<br />

—Charlen ustedes a su gusto.<br />

—¿Qué tal Gemnis?- preguntó La Perla a sus oyentes.

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