Estudios Revista Ecléctica. Número 69 - Christie Books
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merado de estas células, es claro que su personalidad,<br />
efecto del proceso vital de cada una y<br />
de todas las que la integran, ha de responder<br />
necesariamente a los mismos fines que la célula<br />
cumple, siendo el individuo, como así es,<br />
una célula que tiene por finalidad exclusiva la<br />
de dividirse, desdoblarse o reproducirse, por<br />
lo cual y para lo cual obtiene y conserva la<br />
existencia.<br />
Esta finalidad, que es fundamental y supone<br />
el objetivo de la vida de la totalidad de los<br />
seres, se halla implicada, de una manera absoluta,<br />
en las formas todas de la reproducción.<br />
Así se observa, que los vegetales se desarrollan<br />
sola y exclusivamente para elaborar los elementos<br />
de la reproducción, siendo muchas las<br />
especies de éstos que desaparecen una vez han<br />
cumplido esta misión. No menos de igual<br />
forma, ocurre por lo que hace a las especies<br />
animales, pues hay algunas que una vez hecha<br />
la postura de los gérmenes de la reproducción,<br />
desaparecen, y otras en que los machos, realizada<br />
la fecundación, o son devorados por las<br />
hembras o bien mueren.<br />
En las especies animales superiores, la<br />
necesidad genésica es determinada, en las hembras,<br />
por la madurez dispositiva para la procreación<br />
de los óvulos o células reproductoras,<br />
y en los machos, por la no menos necesidad<br />
de expandir al exterior los gérmenes de la<br />
fecundación, siendo en los dos sexos esta<br />
facultad el porqué de su existencia, dado que<br />
con ello repiten y cumplen la ineludible y<br />
única finalidad fundamental a la vida de las<br />
organizaciones de la materia, en todas sus<br />
manifestaciones.<br />
En la humanidad, los términos de esta<br />
cuestión no hay posibilidad de que pudieran<br />
ser de manera diferente, repitiéndose en ella,<br />
por tanto, el mismo fundamental proceso a<br />
que obedecen todos los demás seres. Y tanto<br />
es esto así, que los sentidos y sus órganos, en<br />
la criatura humana, no tienen otro objeto ni<br />
tienen otro fin que el de servir de instrumentos<br />
a la economía del individuo, para buscar,<br />
por medio de la manifestación de los sentidos,<br />
los principios que la son precisos para la necesaria<br />
renovación de los elementos que han de<br />
conservar la vida y facilitar el imprescindible<br />
desarrollo de la personalidad. Esta personalidad<br />
y esta economía, tienen por único motivo<br />
el de realizar el trabajo de ultrasintetización<br />
de sus principios, que supone la elaboración<br />
de los elementos de la procreación, que han de<br />
cumplir la misión reproductora de la célula<br />
que representa en su conjunto la personalidad,<br />
sin otras variantes de ella para con las demás<br />
especies, que las que pone en todo la facultad<br />
subjetivizadora de sus hechos, pecuiiar de la<br />
criatura humana.<br />
La facultad subjetivadora del hombre permite<br />
a éste llamar amor a lo que no es otra<br />
cosa, como se ve por todo lo que dejo expuesto,<br />
que el hecho, absolutamente físico-químico,<br />
de la desdoblación o reproducción de la<br />
célula que el conjunto de la personalidad representa,<br />
y para cuyo cumplimiento, en armonía<br />
obligada con lo que interesa al equilibrio<br />
y conservación de la especie y en consonancia<br />
con los refinamientos del desarrollo intelectual<br />
de los individuos, se hallan los incentivos que<br />
entre sí se ofrecen los sexos con la multiplicidad<br />
de sus tipos y e! definitivo del espasmo<br />
venéreo que la cópula brinda. Dichos incentivos<br />
no existen en tanto la criatura precisa de<br />
los elementos de la nutrición para su desarrollo<br />
fisiológico, y desaparecen una vez hubo<br />
cumplido el sujeto el fin procreador por y para<br />
el cual vive, sin que tengan ningún valor, en<br />
contra del criterio que dejo expuesto, los<br />
aspectos morbosos del amor de los místicos<br />
autusugestionados en tal sentido, de los cuales<br />
pudieran citarse como casos extraordinarios el<br />
de los amantes de Teruel y los coloquios materialmente<br />
amorosos de la sonámbula Teresa<br />
de Jesús, y precisamente con este mito, etcétera,<br />
etc. Tales aspectos, sin que escapen en su<br />
fondo a los principios biológicos fundamentales<br />
a todos los casos, son manifestaciones francamente<br />
aberrantes de inteligencias patológicas<br />
por degeneración orgánica, que tienen el<br />
marco propio para su estudio en la clínica, no<br />
pudiendo ser, por tanto, un dato que siquiera<br />
hubiere de atenuar la conclusión mecánicomaterialista<br />
del amor, que he procurado dejar<br />
probada.<br />
DAVID DÍAZ<br />
Lo que supo viwlr su amor<br />
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