Estudios Revista Ecléctica. Número 69 - Christie Books
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Y así como los vidrios se empañan y ensucian<br />
con la sola acción de la atmósfera y el<br />
polvo, sin que sea necesario que el hombre los<br />
ensucie adrede, y no se limpiarían por sí solos,<br />
la conciencia de la criatura humana se impregna,<br />
con facilidad pasmosa, de todas las morbosidades<br />
insanas que en el ambiente germinan, y<br />
hace falta que a menudo se le pase la esponja<br />
y los paños de la virtud, para evitar que el<br />
morbo se haga en ella constitutivo, como los<br />
vidrios necesitan, para estar claros, que la higiénica<br />
mano del hombre los limpie de vez en<br />
cuando.<br />
El hombre, pues, por la misma razón de que<br />
es capaz de sentir la belleza de alma y producirla,<br />
por ende, hasta la sublimidad, está también<br />
muy expuesto a ser crisol de las más bajas<br />
pasiones, sin sentir jamás nobles placeres espirituales,<br />
buscando en su exterior matices Y<br />
emociones que se hallan en sí mismo, dentro de<br />
su propio ser.<br />
Ei hombre acierta o yerra con igual facilidad,<br />
y es muy probable que esté más sujeto al<br />
error que a la verdad.<br />
*<br />
* *<br />
Y, claro, viviendo el ser humano rodeado<br />
de riquezas materiales y con arrestos para obtenerlas,<br />
las cuales a su turno producen goces<br />
físicos y aun pequeños placeres espirituales,<br />
aunque ficticios en muchos casos, no fue extraño<br />
que dirigiera sus insaciables afanes hacía<br />
la conquista de esas riquezas, o, por lo menos,<br />
de los medios económicos que le habían de<br />
permitir el darse una vida regalona salpicada<br />
de placeres inconsistentes y efímeros, desde<br />
luego; pero considerados, por la mayor parte<br />
de personas, como únicos e insustituibles puestos<br />
al alcance de sus mano».<br />
Sin embargo, ningún error aventaja en crasitud<br />
y elocuencia (porque elocuente es iodo<br />
lo que se atisba a la primera ojeada) a ese de<br />
buscar felicidad en ios placeres materiales que<br />
pueden obtenerse en la inmensa feria de la vida<br />
social, con escasos méritos y abundante habilidad,<br />
osadía y desvergüenza; pero la Humanidad<br />
es así: para asimilarse una verdad, por minúscula,<br />
espontánea y evidente que sea, es,<br />
fatalmente, necesario que pase por mil errores<br />
que la fustiguen de firme. No parece sino que<br />
el dolor sea su sino.<br />
Y es que el hombre está atascado sobremanera<br />
en la tierra; pegado a este valle de lágrimas,<br />
donde se ve forzado a atender a múltiples<br />
necesidades materiales y económicas que le<br />
ocupan la mayor parte de sus cortas horas. Y<br />
en estas condiciones, no le queda casi tiempo<br />
para extasiarse ante la Naturaleza y el arte que<br />
le proporcionarían variados goces espirituales.<br />
Y esclavo de sus necesidades y aun de muchos<br />
vicios, el pobre animal racional circula por la<br />
vida sin darse apenas cuenta de que posee sentidos<br />
superiores a los cinco corporales. Y envuelto<br />
férreamente en el cruel torbellino de sus<br />
múltiples miserias, consume inconscientemente<br />
su efímera existencia, y lega a la posteridad el<br />
triste patrimonio de sus lúgubres desdichas, el<br />
cual es cuna y ambiente de las generaciones<br />
iuturas.<br />
Y no sabiendo salir el hombre del charco<br />
de sus miserias, no puede sentir más goces que<br />
los puramente materiales, siendo insensible su<br />
ser anímico a las inefables armonías que emiten<br />
a su en torno los mil instrumentos melodiosos<br />
que, en forma de arte y belleza espiritual, reproducen<br />
el inmenso y ameno pentagrama de<br />
la vida.<br />
Y así, la pobre Humanidad, sin pertrechos<br />
morales para defenderse de sus propíos errores,<br />
va rodando, de generación en generación,<br />
por la pendiente de sus desdichas, sin hallar<br />
jamás el ansiado remanso del posible mínimum<br />
de felicidad a que tiene natural e inmanente derecho.<br />
Hemos dicho mínimum de felicidad y con<br />
ello queremos decir felicidad relativa, ya que<br />
no es concebible la felicidad absoluta que, en<br />
tal caso, no sería dicha alguna.<br />
Claro que hay personas que dado su modo<br />
de ser nunca serían felices, y hay, en cambio,<br />
otras, que con poca cosa se considerarían tales.<br />
Unos buscan la felicidad en amontonar riquezas.<br />
Otros en la glotonería o en el lujo.<br />
Otros en fiestas, etiquetas y viajes sin plausible<br />
objeto. Oíros en exhibir su orgullo y vanidad<br />
por mil medios. Otros en el juego y en vicios<br />
de peor índole. Y todos nos empeñamos en pedir<br />
peras al olmo, o en buscar la felicidad<br />
donde hallarla no podemos, que para el caso<br />
es lo mismo.