2º semestre - Año XXV - aespat
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Violencia, de raíz / Root Violence 185<br />
14 y 20 años. Son cada vez más numerosos<br />
los padres de “niños verdugos”, que<br />
sufren en su propia casa la cólera de su hijo<br />
o hija, a poco que se les ocurra ponerles<br />
un límite, hacerles una crítica, o no secundar<br />
su último antojo. Los profesores, en<br />
muchas ocasiones, apenas pueden realizar<br />
su labor, o la realizan amedrentados, conocedores<br />
de que sus alumnos no contienen<br />
su violencia verbal, hacen befa de su<br />
papel como educadores, traen navajas a<br />
clase, pueden destrozarle su automóvil a la<br />
salida del instituto, o preparar un sabotaje<br />
para la próxima clase. La sociedad ha tenido<br />
que proveer la presencia de policía en<br />
los institutos de enseñanza media. Y la antigua<br />
confrontación de fuerzas entre iguales,<br />
hoy se salda con la muerte.<br />
Los suicidios de adolescentes, que se<br />
producen con frecuencia, son imputables al<br />
acoso persistente, con que unos compañeros<br />
se ensañan sobre otros. Según Rodríguez,<br />
(2004), el 48% de los niños entre 9 y<br />
14 años sufre violencia de sus compañeros.<br />
Más de la mitad es acoso psicológico,<br />
un 18% es físico, un 2% sufre heridas de<br />
arma blanca y otro 2´5% agresión sexual.<br />
La casuística es bastante prolija y está<br />
presente en la prensa, cuando acarrea masacres,<br />
suicidios inducidos, o asesinatos a<br />
sangre fría, para “experimentar qué se<br />
siente…”, tal como declararon las niñas<br />
asesinas de Cádiz.<br />
b) En la pareja: Los miembros de una<br />
pareja luchan por el poder, cuando se agota<br />
el amor. Antes que comiencen los portazos<br />
o los puñetazos sobre la mesa, los<br />
componentes de la pareja usan juegos de<br />
poder sutiles, para mantener sus privilegios<br />
respectivos y dominar al otro desde arriba,<br />
o desde abajo, que tanto da.<br />
El afán de poder puede llevar a que uno<br />
pretenda un dominio absoluto, que se entromete<br />
incluso en los pensamientos y sentimientos<br />
de la otra persona, cuyos contenidos<br />
quiere conocer y modificar a su acomodo<br />
y según sus pretensiones. A veces,<br />
lo consigue de forma subrepticia.<br />
La competición por el poder, casi siempre,<br />
implica a los hijos: cada uno de los<br />
progenitores busca la alianza con ellos, estableciendo<br />
verdaderas coaliciones que<br />
conspiran para minar la autoridad y prestigio<br />
del otro progenitor. Este proceso es<br />
pernicioso para todos los participantes, porque<br />
los padres se degradan al atribuir a los<br />
hijos el papel de cómplices, o jueces cuyo<br />
dictamen otorgará la razón. Para lograr esta<br />
ventaja y evitar resultar desfavorecido,<br />
cada uno de los progenitores no dudará en<br />
recurrir a cualquier tipo de chantaje sea<br />
económico, sea emocional, a fin de predisponer<br />
al juez a su favor. Mientras tanto, los<br />
hijos detentan una posición inadecuada, al<br />
estar obligados a erigirse en árbitros del litigio,<br />
responsabilidad que no les incumbe,<br />
en absoluto.<br />
Todos los juegos de poder se dan cita<br />
para minar y destruir la pareja, una vez extinguido<br />
el amor. La guerra se inicia desde<br />
la prepotencia altiva o desde el resentimiento<br />
rencoroso, desde el afán de dominio<br />
del ambicioso o desde el odio sordo y<br />
ciego del humillado, desde la soberbia de<br />
quien se sitúa arriba o desde el hambre de<br />
revancha de quien cree estar abajo. Los<br />
contendientes siempre se desprecian por<br />
unas u otras motivaciones y, cuando recurren<br />
a la violencia y a la agresión, ya no les<br />
queda ni pizca de piedad por el contrincante,<br />
y menos aún, pabilo del amor que<br />
los unió y encendió su pasión de antaño.<br />
Hay juegos de poder desde cada una de<br />
las posiciones relativas, porque al hacer la<br />
guerra cada jugador persigue forzar al otro<br />
a que actúe como no quiere, doblegar su<br />
voluntad e impedirle ser libre.<br />
Desde la posición de superioridad se<br />
puede llegar a matar, herir, golpear, violar,<br />
amenazar o gritar, si anda la pareja ya en<br />
la fase de violencia física de máxima brutalidad;<br />
pero, desde esta misma posición,<br />
utilizando métodos más sutiles, el dominador<br />
puede quitar el uso de la palabra, interrumpir<br />
al otro, utilizar el sarcasmo para ridiculizar,<br />
el remedo para hacer burla, el in-<br />
Revista de Análisis Transaccional y Psicología Humanista, Nº 57, <strong>Año</strong> 2007