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2º semestre - Año XXV - aespat

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186 Francisco Massó Cantarero<br />

sulto para humillar, la mentira o el bulo para<br />

desprestigiar, o el recuerdo insistente de<br />

fallos y errores para disminuir la autoestima<br />

y la posible seguridad en sí misma que pudiera<br />

tener la otra persona.<br />

En cambio, desde la posición contraria, el<br />

jugador hace la guerra con armas bien diferentes:<br />

Puede utilizar la pasividad agresiva<br />

que se camufla tras de olvidos comprensibles<br />

y descuidos inocentes, de consecuencias<br />

nefastas; el retraimiento o inhibición general<br />

ante problemas comunes; la indiferencia<br />

e insolidaridad ante los problemas del<br />

otro; el silencio, como expresión bien del<br />

embotamiento emocional, bien del reproche<br />

coactivo. Incluso la obediencia ciega y acrítica,<br />

que cumple las órdenes recibidas al pie<br />

de la letra, aun a sabiendas de su improcedencia,<br />

o acata caprichos y veleidades ajenas,<br />

sin respeto hacia las propias necesidades,<br />

o a las condiciones objetivas que tiene<br />

la pareja, pueden ser también juegos de poder<br />

planteados desde abajo.<br />

c) Terrorismo: Actualmente, la muerte del<br />

ser humano, inocente o no, ejecutado sin<br />

que medie siquiera un juicio, se emplea como<br />

revancha según la ley del Talión, o como<br />

instrumento para crear terror e imponer<br />

ideas, o regímenes más totalitarios que sinérgicos.<br />

En estos casos, la acción política<br />

es intrínsecamente perversa, porque convierte<br />

en víctima a todo el género humano.<br />

En el plano material, la masacre terrorista<br />

arrebata la vida de una, o de miles de<br />

personas, produce estragos sobre bienes<br />

materiales y acarrea trastornos cuantiosos<br />

en el uso de tiempo y del espacio a otra<br />

multitud inmensa.<br />

En el plano psicológico emocional, las<br />

víctimas que no han muerto quedan colapsadas<br />

por el pavor, enfurecidas por la rabia,<br />

desfondadas ante la indefensión e incapacidad<br />

de reacción. En la vertiente cognitiva,<br />

desde la confusión, las personas<br />

buscan soluciones rápidas, aunque sean<br />

atrabiliarias, crean pseudologías y fantasías<br />

de toda índole que permitan la fagocitosis<br />

del trauma.<br />

Revista de Análisis Transaccional y Psicología Humanista, Nº 57, <strong>Año</strong> 2007<br />

Sin embargo, es en el plano moral, el de<br />

la humanización del hombre, donde el terrorismo<br />

acarrea mayores daños: Hay quiénes<br />

encuentran justificaciones, que respaldan<br />

la probidad moral del atentado. Quiénes<br />

dormitan impasibles ante la estrategia<br />

del terror, anestesiados por la reiteración, o<br />

saturados de indiferencia. Quiénes, abogados<br />

del caos, simpatizan con el clima de desesperanza<br />

y aplauden la estrategia. Quiénes,<br />

en fin, aprovechan el terrorismo para<br />

sacar réditos colaterales, aunque no estén<br />

involucrados en la gestación terrorista.<br />

Ante este fenómeno, cabe preguntarse<br />

si estaremos ante una crisis general, típica<br />

de fin de época.<br />

DRAMATISMO DEL FENÓMENO<br />

Las conductas violentas pueden describirse<br />

como un juego de poder de tercer grado,<br />

por los perjuicios graves y daños, a veces<br />

irreparables, que acarrean. En la dinámica<br />

del juego, los actores adoptan diferentes<br />

papeles o roles, que intercambian en el<br />

transcurso del juego. De los roles, descritos<br />

por Jacobs anticipamos los siguientes:<br />

Perseguidor, o victimario: Es el rol de<br />

quienes atacan, acosan o abusan de otro,<br />

con la pretensión de convertirse en amos,<br />

dueños de la situación y de las personas,<br />

a ser posible, de forma ilimitada. El Perseguidor<br />

o victimario suele ser el líder del grupo<br />

asistido por sus Secuaces o seguidores.<br />

Las agresiones son obra colectiva, pero la<br />

iniciativa la tiene o la autoriza el líder, que<br />

es quien encarna la “norma” del grupo.<br />

El Perseguidor es el protagonista del juego,<br />

que adopta una posición de superioridad<br />

porque:<br />

• El mal está fuera de su esfera de influencia;<br />

es decir, en quienes no acatan<br />

sus órdenes, disienten de él o de<br />

ella y actúan de alguna forma diferente<br />

a la que él /ella considera correcta.<br />

• Es sectario: No consiente que nadie<br />

cuestione su saber, ni los contenidos,

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