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El Cielo y el Infierno

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<strong>El</strong> <strong>Ci<strong>el</strong>o</strong> y <strong>el</strong> <strong>Infierno</strong> o la Justicia Divina según <strong>el</strong> Espiritismo - Allan Kardec<br />

innatas, las int<strong>el</strong>igencias precoces, los instintos buenos y malos, independientes de toda educación y<br />

muy a menudo poco en armonía con los ámbitos en que se desarrollan?<br />

La educación, sin duda alguna, modifica las cualidades int<strong>el</strong>ectuales y morales d<strong>el</strong> alma.<br />

Pero aquí surge otra dificultad. ¿Quién da al alma la educación para hacerla progresar? Otras almas<br />

que, siendo de un mismo origen, no deben estar más ad<strong>el</strong>antadas. Por otra parte, <strong>el</strong> alma, volviendo<br />

al Todo Universal de donde salió, después de haber progresado durante la vida, lleva allí un<br />

<strong>el</strong>emento más perfecto, de lo que se deduce que ese todo, con <strong>el</strong> tiempo, debe encontrarse<br />

profundamente modificado y mejorado. ¿Cuál es la causa de que incesantemente salgan almas<br />

ignorantes y perversas?<br />

7. En esa doctrina, <strong>el</strong> manantial universal de int<strong>el</strong>igencia que provea las almas humanas es<br />

independiente de Dios. No es precisamente <strong>el</strong> panteísmo. <strong>El</strong> panteísmo, propiamente dicho, difiere<br />

porque considera <strong>el</strong> principio universal de vida y <strong>el</strong> de int<strong>el</strong>igencia como constituyendo la<br />

Divinidad. Dios es a la vez espíritu y materia. Todos los seres, todos los cuerpos de la Naturaleza<br />

componen la Divinidad, de la que son moléculas y <strong>el</strong>ementos constitutivos. Dios es <strong>el</strong> conjunto de<br />

todas las int<strong>el</strong>igencias reunidas. Cada individuo, siendo una parte d<strong>el</strong> todo, es Dios mismo, ningún<br />

ser superior e independiente manda al conjunto. <strong>El</strong> Universo es una inmensa república sin jefe o,<br />

más bien, en <strong>el</strong>la cada uno es jefe con un poder absoluto.<br />

8. A este sistema se pueden oponer numerosas objeciones, de las cuales las principales son:<br />

No pudiéndose comprender la Divinidad sin perfecciones infinitas, uno se pregunta: ¿Cómo un todo<br />

perfecto puede componerse de partes tan imperfectas y que tienen necesidad de progresar? Estando<br />

cada parte sometida a la ley d<strong>el</strong> progreso, resulta que <strong>el</strong> mismo Dios debe progresar. Si progresa sin<br />

cesar, debió ser en <strong>el</strong> principio muy imperfecto. ¿Cómo un ser imperfecto, compuesto de voluntades<br />

e ideas tan divergentes, pudo concebir leyes tan armoniosas de tan admirable unidad, sabiduría y<br />

previsión como las que rigen <strong>el</strong> Universo? Si todas las almas son porciones de la Divinidad, todas<br />

han contribuido a formar las leyes de la Naturaleza. ¿A qué se debe que estén murmurando sin cesar<br />

contra esas leyes que <strong>el</strong>las hicieron? Una teoría no puede ser aceptada como verdadera más que<br />

con la condición de satisfacer la razón y dar cuenta de todos los hechos que abraza. Si solamente<br />

un hecho viene a desmentirla, es porque no está en lo verdadero en absoluto.<br />

9. Desde <strong>el</strong> punto de vista moral, las consecuencias son también ilógicas. Por de pronto es<br />

para las almas, como en <strong>el</strong> sistema precedente, la absorción en un todo y la pérdida de la<br />

individualidad. Si se admite, según la opinión de algunos panteístas, que conservan su<br />

individualidad, Dios no tiene ya una voluntad única, es un compuesto de millones de voluntades<br />

divergentes. Siendo, pues, cada alma parte integrante de la Divinidad, ninguna es dominada por<br />

una potencia superior. No asume, por consiguiente, ninguna responsabilidad por sus actos buenos o<br />

malos, ni tiene interés alguno en hacer <strong>el</strong> bien, y puede hacer <strong>el</strong> mal impunemente, puesto que es<br />

señora soberana.<br />

10. Además de que estos sistemas no satisfacen ni a la razón ni a las aspiraciones d<strong>el</strong><br />

hombre, se tropieza, como vemos, con dificultades insuperables, porque no pueden resolver todas<br />

las dudas que de hecho suscitan. <strong>El</strong> hombre tiene, pues, tres alternativas: la nada, la absorción, o<br />

la individualidad d<strong>el</strong> alma antes y después de la muerte. La lógica nos conduce inevitablemente a<br />

esta última creencia. Es también la que ha sido <strong>el</strong> fundamento de todas las r<strong>el</strong>igiones desde que <strong>el</strong><br />

mundo existe.<br />

Si la lógica nos conduce a la individualidad d<strong>el</strong> alma, nos trae también esta otra<br />

consecuencia: que la suerte de cada alma debe depender de sus cualidades personales, porque sería<br />

irracional admitir que <strong>el</strong> alma rezagada d<strong>el</strong> salvaje y la d<strong>el</strong> hombre perverso estuviesen al niv<strong>el</strong> de<br />

las d<strong>el</strong> sabio y d<strong>el</strong> hombre de bien. Según la justicia, las almas deben tener la responsabilidad de sus<br />

actos. Pero para que sean responsables, es menester que sean libres de escoger entre <strong>el</strong> bien y <strong>el</strong><br />

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