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El Cielo y el Infierno

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<strong>El</strong> <strong>Ci<strong>el</strong>o</strong> y <strong>el</strong> <strong>Infierno</strong> o la Justicia Divina según <strong>el</strong> Espiritismo - Allan Kardec<br />

R. ¡Demasiado me atormenta esta idea!<br />

11. ¿Habéis vu<strong>el</strong>to a ver a vuestro hermano?<br />

R. ¡Oh! No.<br />

12. ¿Por qué?<br />

R. ¿Por qué queréis que unamos nuestros tormentos? Nos separamos en la desgracia, nos<br />

uniremos en la f<strong>el</strong>icidad.<br />

13. ¿Tendríais placer de volver a ver a vuestro hermano? ¿Podríamos llamarle para que<br />

viniera a vuestro lado?<br />

R. No, no, estoy demasiado bajo.<br />

14. ¿Por qué no queréis que le llamemos?<br />

R. Porque tampoco es f<strong>el</strong>iz.<br />

15. ¿Acaso teméis su presencia? ¡Quizá podría haceros bien!<br />

R. No, más tarde.<br />

16. ¿Deseáis expresar algo a vuestros parientes?<br />

R. Que recen por mí.<br />

17. Parece que en la sociedad que frecuentabais, algunas personas participan de las<br />

opiniones que teníais en vuestra vida. ¿Tendréis que informarles algo con este objeto?<br />

R. Ah, ¡desgraciados! ¡Ojalá creyesen en otra vida! Ésta es la mayor f<strong>el</strong>icidad que puedo<br />

desearles. Si pudieran comprender mi triste situación, mucho les haría reflexionar.<br />

Evocación d<strong>el</strong> hermano d<strong>el</strong> precedente, que profesaba las mismas ideas, pero que no se<br />

había suicidado. Aunque desgraciado, tiene más calma. Su escritura es clara y legible.<br />

18. Evocación.<br />

R. ¡Si <strong>el</strong> cuadro de nuestros sufrimientos pudiera serviros de lección útil y persuadiros de<br />

que existe otra vida donde se expían las faltas, la incredulidad!<br />

19. ¿Os veis recíprocamente con vuestro hermano, a quien acabamos de llamar?<br />

R. No, huye de mí.<br />

Podría preguntarse cómo pueden los espíritus huir en <strong>el</strong> mundo espiritual, donde no existen obstáculos<br />

materiales ni retiros ocultos a la vista. Todo es r<strong>el</strong>ativo en ese mundo, y en conexión con la naturaleza fluídica de<br />

los seres que lo habitan. Sólo los espíritus superiores tienen percepciones indefinidas. En los espíritus inferiores<br />

son limitadas, y para <strong>el</strong>los, los obstáculos fluídicos hacen <strong>el</strong> efecto de los obstáculos materiales.<br />

Los espíritus se ocultan los unos de los otros por un efecto de su voluntad, que obra sobre su envoltura<br />

periespiritual y los fluidos ambientes. Pero la Providencia, que v<strong>el</strong>a sobre cada uno individualmente como sobre<br />

sus hijos, les concede o rehúsa esta facultad en virtud de las disposiciones morales de cada uno, y según las<br />

circunstancias es un castigo o una recompensa.<br />

20. Toda vez que estáis más tranquilo que él, ¿podríais darnos una descripción más precisa<br />

de vuestros sufrimientos?<br />

R. Cuando en la Tierra os veis obligados a confesar vuestros defectos, ¿no sufre vuestro<br />

amor propio y vuestro orgullo? ¿No se reb<strong>el</strong>a vuestro espíritu al veros humillados ante aqu<strong>el</strong> que os<br />

demuestra que estáis en <strong>el</strong> error? Pues bien. ¿Qué creéis que sufre <strong>el</strong> espíritu que, durante una<br />

existencia, ha vivido persuadido de que nada existe después de él, que tiene razón contra todos?<br />

Cuando de repente se encuentra en frente de la verdad resplandeciente, se aniquila, se humilla. A<br />

esto se agregan los remordimientos de haber podido olvidar por tanto tiempo la existencia de un<br />

Dios tan bueno, tan indulgente. Su estado es insoportable, no encuentra calma ni reposo. No<br />

encontrará tranquilidad hasta <strong>el</strong> momento en que la gracia santa, esto es, <strong>el</strong> amor de Dios, le<br />

conmueva, porque <strong>el</strong> orgullo se apodera de tal modo de nuestro pobre espíritu, que le envu<strong>el</strong>ve<br />

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