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El Cielo y el Infierno

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<strong>El</strong> <strong>Ci<strong>el</strong>o</strong> y <strong>el</strong> <strong>Infierno</strong> o la Justicia Divina según <strong>el</strong> Espiritismo - Allan Kardec<br />

pasaba entre los hebreos y los principios d<strong>el</strong> Espiritismo. Además, <strong>el</strong> Espiritismo condena<br />

precisamente lo que motivaba la prohibición de Moisés. Mas cegados por <strong>el</strong> deseo de encontrar un<br />

argumento contra las nuevas ideas, no han advertido que este argumento es completamente falso.<br />

La ley civil de nuestros días castiga todos los abusos que quería reprimir Moisés. Si Moisés<br />

pronunció <strong>el</strong> último suplicio contra los d<strong>el</strong>incuentes, es porque necesitaba medios rigurosos para<br />

gobernar aqu<strong>el</strong> pueblo indisciplinado. Así es que la pena de muerte se halla muy prodigada en la<br />

legislación. Por lo demás, no tenía mucho que escoger en los medios de represión. Faltaban<br />

cárc<strong>el</strong>es, casas de corrección en <strong>el</strong> desierto, y la naturaleza de su pueblo no era para ceder al temor<br />

de las penas puramente disciplinarias. No podía graduar su penalidad como se hace en nuestros<br />

días. Es, pues, una equivocación apoyarse en la severidad d<strong>el</strong> castigo, para probar <strong>el</strong> grado de<br />

culpabilidad de la evocación de los muertos. ¿Sería necesario, por respeto a la de Moisés, mantener<br />

la pena capital para todos los casos en que la aplicaba? Por otra parte. ¿por qué se recuerda con<br />

tanta insistencia este artículo, cuando se pasa en <strong>el</strong> silencio <strong>el</strong> principio d<strong>el</strong> capítulo, que prohíbe a<br />

los sacerdotes poseer los bienes de la tierra, y no tener parte en ninguna herencia porque <strong>el</strong> mismo<br />

Señor es su herencia? (Deuteronomio. Cáp. XVIII. v 1 y 2).<br />

5. Hay dos partes distintas en la ley de Moisés: la ley de Dios propiamente dicha,<br />

promulgada sobre <strong>el</strong> monte Sinaí, y la civil o disciplinaria, apropiada a las costumbres y al carácter<br />

d<strong>el</strong> pueblo. La una es invariable, la otra se modifica según los tiempos, y no puede ocurrírs<strong>el</strong>e a<br />

nadie que pudiésemos ser gobernados por los mismos medios que los hebreos en <strong>el</strong> desierto, así<br />

como las Capitulares de Carlomagno no podrían aplicarse a la Francia d<strong>el</strong> siglo XIX. ¿Quién<br />

pensaría, por ejemplo, en aplicar hoy este artículo de la ley mosaica?: "Si un buey da una cornada a<br />

un hombre o a una mujer que muere de <strong>el</strong>la, <strong>el</strong> buey será apedreado y no se comerá de su carne.<br />

Pero <strong>el</strong> dueño d<strong>el</strong> buey será juzgado inocente" (Éxodo, cap. XXI, v. 28 y ss.).<br />

Este artículo, que nos parece tan absurdo, no tenía, sin embargo, por objeto castigar al buey<br />

y librar de responsabilidad a su dueño. Equivalía simplemente a la confiscación d<strong>el</strong> animal causa<br />

d<strong>el</strong> accidente, para obligar al propietario a mayor vigilancia. La pérdida d<strong>el</strong> buey era <strong>el</strong> castigo d<strong>el</strong><br />

dueño, castigo que debía ser bastante apreciable en un pueblo pastor para que fuese necesario<br />

imponerle otro. Pero no debía aprovechar a nadie. Por esto se prohibía comer su carne. Otros<br />

artículos expresan <strong>el</strong> caso en que <strong>el</strong> dueño es responsable.<br />

Todo tenía su razón de ser en la legislación de Moisés, porque todo estaba previsto en <strong>el</strong>la,<br />

hasta los menores detalles. Pero la forma, así como <strong>el</strong> fondo, estaba en armonía con las<br />

circunstancias de la época. Ciertamente si Moisés volviese hoy a dar un código a una nación<br />

civilizada, no le daría <strong>el</strong> de los hebreos.<br />

6. A esto se opone que todas las leyes de Moisés son dictadas en nombre de Dios, como las<br />

de Sinaí. Si se las juzga todas de origen divino, ¿por qué los mandamientos están limitados al<br />

Decálogo? Es porque se ha hecho diferencia. Si todas dimanan de Dios, todas son igualmente<br />

obligatorias. ¿Por qué no se observan todas? ¿Por qué, entre otras, no se ha conservado la<br />

circuncisión que Jesús sufrió y que no abolió? Se olvida que todos los legisladores antiguos, para<br />

dar más autoridad a sus leyes, dijeron que las recibieron de una divinidad. Moisés, más que ningún<br />

otro, tenía necesidad de este apoyo, en razón d<strong>el</strong> carácter de su pueblo. Si a pesar de esto tuvo tanto<br />

trabajo en hacerse obedecer, éste hubiera sido mayor si las hubiese promulgado en nombre propio.<br />

¿No vino Jesús a modificar la ley mosaica, y no es su ley <strong>el</strong> código de los cristianos? ¿No ha<br />

dicho: "Habréis aprendido que ha sido dicho a los antiguos tal y cual cosa, y yo os digo otra"? ¿Pero<br />

ha tocado la ley d<strong>el</strong> Sinaí? De ningún modo. La sanciona, y toda su doctrina moral no es más que<br />

desenvolvimiento de aquélla. Pero en ninguna parte habla de la prohibición de evocar a los muertos.<br />

Ésta era una cuestión bastante grave, sin embargo, para que la hubiese omitido en sus instrucciones,<br />

cuando ha tratado otras más secundarias.<br />

7. En resumen, se trata de saber si la iglesia sobrepone la ley mosaica a la ley evangélica. O<br />

de otro modo, si es más judía que cristiana. Es digno de observar que de todas las r<strong>el</strong>igiones, la que<br />

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