El Cielo y el Infierno
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<strong>El</strong> <strong>Ci<strong>el</strong>o</strong> y <strong>el</strong> <strong>Infierno</strong> o la Justicia Divina según <strong>el</strong> Espiritismo - Allan Kardec<br />
severamente como <strong>el</strong> agente provocador, que emplea <strong>el</strong> engaño y la astucia, con más severidad aún,<br />
porque va al infierno, al dejar la Tierra, para no salir jamás de él, y a sufrir sin tregua ni gracia<br />
durante la eternidad, mientras que aqu<strong>el</strong> que es la causa primera de su falta goza de tregua y de la<br />
libertad hasta <strong>el</strong> fin d<strong>el</strong> mundo. ¿La justicia de Dios, acaso, no es más perfecta que la de los<br />
hombres?<br />
15. No es esto todo. “Dios permite que ocupen todavía un lugar en la Creación, en las<br />
r<strong>el</strong>aciones que debían tener con <strong>el</strong> hombre y de las cuales hacen <strong>el</strong> más pernicioso abuso.” ¿Podía<br />
Dios ignorar <strong>el</strong> abuso que harían de la libertad que les concedió? ¿Pues por qué se la concedió? De<br />
lo que resulta que fue con conocimiento de causa que entregó sus criaturas a merced suya, sabiendo,<br />
en virtud de toda su presciencia, que sucumbirían y tendrían la suerte de los demonios. ¿No tenían<br />
bastante con su propia debilidad, sin permitir que fuesen incitadas al mal por un enemigo, tanto más<br />
p<strong>el</strong>igroso cuanto es invisible? ¡Al menos si <strong>el</strong> castigo no fuese más que temporal, y si <strong>el</strong> culpable<br />
pudiese rescatarse por medio de la reparación...! Pero no, está condenado para una eternidad. Su<br />
arrepentimiento, su vu<strong>el</strong>ta al bien y sus pesares serán inútiles.<br />
De este modo los demonios son los agentes provocadores predestinados a reclutar almas<br />
para <strong>el</strong> infierno, y esto con <strong>el</strong> permiso de Dios, que sabía, creando esas almas, la suerte que les<br />
estaba reservada. ¿Qué se diría en la Tierra de un juez que obrase así para llenar las cárc<strong>el</strong>es?<br />
¡Extraña idea la que se nos da de la divinidad de un Dios cuyos atributos esenciales son la soberana<br />
bondad! ¡En nombre de Jesucristo, de aqu<strong>el</strong> que no ha predicado sino <strong>el</strong> amor, la caridad y <strong>el</strong><br />
perdón, se enseñan semejantes doctrinas! Hubo un tiempo en que tales anomalías pasaban<br />
desapercibidas, o no se las comprendía, o no se las sentía. <strong>El</strong> hombre encorvado bajo <strong>el</strong> yugo d<strong>el</strong><br />
despotismo sometía su razón a ciegas, o mejor, abdicaba de su razón, pero hoy, la hora de la<br />
emancipación ha sonado. Comprende la justicia, la quiere durante su vida y después de su muerte.<br />
Por esto asevera: “¡Esto no es así, no puede ser, o Dios no es Dios!”<br />
16. “<strong>El</strong> castigo sigue por todas partes a estos seres caídos y malditos, por doquier llevan su<br />
infierno con <strong>el</strong>los. No tienen paz ni reposo, las mismas dulzuras de la esperanza se les han trocado<br />
en amarguras, les son odiosas. La mano de Dios les hirió en <strong>el</strong> mismo acto de su pecado, y por su<br />
voluntad se han obstinado en <strong>el</strong> mal. Habiéndose pervertido no quieren cesar de serlo, y lo son para<br />
siempre.<br />
“Son, después d<strong>el</strong> pecado, lo que <strong>el</strong> hombre es después de la muerte. La rehabilitación de<br />
los que sucumbieron es, pues, imposible, su pérdida es en ad<strong>el</strong>ante irremediable, y perseveran en su<br />
orgullo en presencia de Dios, en su odio a Cristo, en sus c<strong>el</strong>os contra la Humanidad.<br />
“No habiendo podido apropiarse la gloria d<strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o por <strong>el</strong> vu<strong>el</strong>o de su ambición, se esfuerzan<br />
en establecer su imperio sobre la Tierra y en desterrar de ésta <strong>el</strong> reino de Dios. <strong>El</strong> verbo hecho carne<br />
cumplió, a pesar de <strong>el</strong>los, sus designios para la salvación y la gloria de la Humanidad. Todos sus<br />
medios de acción son consagrados a arrebatarle las almas que ha rescatado. La astucia y la<br />
impertinencia, la mentira y la seducción, todo lo ponen en obra para inclinarles al mal y para<br />
consumar su ruina.<br />
“¡Ah! Con tales enemigos, la vida d<strong>el</strong> hombre, desde su cuna hasta la tumba, no puede ser<br />
más que una lucha perpetua, porque son poderosos e infatigables.<br />
“En efecto, estos enemigos son los mismos que, después de haber introducido <strong>el</strong> mal en <strong>el</strong><br />
mundo, han conseguido cubrir la Tierra de las espesas tinieblas d<strong>el</strong> error y d<strong>el</strong> vicio. Los que<br />
durante largos siglos se han hecho adorar como dioses, y han reinado como dueños en los pueblos<br />
desde la antigüedad. Éstos, en fin, son los que ejercen todavía su imperio tiránico sobre las regiones<br />
idólatras, y fomentan <strong>el</strong> desorden y <strong>el</strong> escándalo hasta en <strong>el</strong> seno de las sociedades cristianas.<br />
“Para comprender todos los recursos que tienen al servicio de su maldad, basta observar que<br />
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