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El Cielo y el Infierno

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<strong>El</strong> <strong>Ci<strong>el</strong>o</strong> y <strong>el</strong> <strong>Infierno</strong> o la Justicia Divina según <strong>el</strong> Espiritismo - Allan Kardec<br />

para manifestar sus pensamientos. Este intermediario habitual de nuestras conversaciones no les es<br />

necesario, pero comunican sus sentimientos de una manera que les es propia, y enteramente<br />

espiritual. Para ser comprendidos les basta quererlo.<br />

“Sólo Dios conoce <strong>el</strong> número de los áng<strong>el</strong>es. Este número, sin duda, no puede ser infinito y<br />

no lo es. Pero según los autores sagrados y los santos doctores, es muy considerable y<br />

verdaderamente prodigioso. Si es natural proporcionar <strong>el</strong> número de habitantes de una ciudad a su<br />

grandeza y a su extensión, no siendo la Tierra más que un átomo en comparación con <strong>el</strong> firmamento<br />

y con las inmensas regiones d<strong>el</strong> espacio, es preciso deducir que <strong>el</strong> número de los habitantes d<strong>el</strong><br />

ci<strong>el</strong>o y d<strong>el</strong> aire es mucho más grande que <strong>el</strong> de los hombres.<br />

“Puesto que la majestad de los reyes consiste en <strong>el</strong> esplendor d<strong>el</strong> número de sus súbditos, de<br />

sus oficiales y de sus servidores, ¿qué hay más adecuado, para darnos una idea d<strong>el</strong> Rey de los reyes,<br />

que esta multitud innumerable de áng<strong>el</strong>es que puebla <strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o y la tierra, <strong>el</strong> mar y los abismos, y la<br />

dignidad de los que permanecen sin cesar prosternados o de pie ante su trono?<br />

“Los padres de la iglesia y los teólogos enseñan generalmente que los áng<strong>el</strong>es están<br />

distribuidos en tres grandes jerarquías o principados, y cada jerarquía en tres compañías o coros.<br />

“Los de la primera y más alta jerarquía se designan en r<strong>el</strong>ación con las funciones que<br />

desempeñan en <strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o. Los unos se llaman serafines, porque están ante Dios abrasados en <strong>el</strong> fuego<br />

de la caridad; otros tronos y coros, porque proclaman su grandeza y la hacen resplandecer.<br />

“Los de la segunda jerarquía reciben sus nombres de las operaciones que se les atribuye en<br />

<strong>el</strong> gobierno general d<strong>el</strong> Universo. Estos son: Las dominaciones, que señalan a los áng<strong>el</strong>es de los<br />

órdenes inferiores, sus misiones y sus cargos. Las virtudes, que cumplen los prodigios, reclamados<br />

por los grandes intereses de la iglesia y d<strong>el</strong> género humano. Las potencias, que protegen con su<br />

fuerza y su vigilancia las leyes que rigen <strong>el</strong> mundo físico y moral.<br />

“Los de la tercera categoría están encargados de la dirección de las sociedades y de las<br />

personas. Son los principados, que se transmiten los mensajes de la más alta importancia. Los<br />

áng<strong>el</strong>es guardianes, que nos acompañan, v<strong>el</strong>ando por nuestra seguridad y nuestra santificación.”<br />

Refutación<br />

3. <strong>El</strong> principio general que descu<strong>el</strong>la en esta doctrina es que los áng<strong>el</strong>es son seres puramente<br />

espirituales, anteriores y superiores a la Humanidad, criaturas privilegiadas a la dicha suprema y<br />

eterna, desde su formación, adornada por su misma naturaleza de todas las virtudes y de todos los<br />

conocimientos, sin haber hecho nada para adquirirlos. Están en <strong>el</strong> primer rango en la obra de la<br />

Creación. En <strong>el</strong> último está la vida puramente material, y entre las dos, la Humanidad formada por<br />

las almas, seres espirituales, inferiores a los áng<strong>el</strong>es, unidos a cuerpos materiales.<br />

Muchas dificultades capitales surgen de este sistema. ¿Cuál es, desde luego, esa vida<br />

puramente material? ¿Se trata de la materia bruta? Pero la materia bruta es inanimada y no tiene<br />

vida por sí misma. ¿Se quiere hablar de las plantas y de los animales? Este sería entonces un cuarto<br />

orden en la Creación, porque no se puede negar que hay más int<strong>el</strong>igencia en <strong>el</strong> animal que en la<br />

planta, y en ésta que en una piedra. En cuanto al alma humana, que es la transición, está unida<br />

directamente a un cuerpo que sólo es materia bruta, porque sin alma no hay vida, como sucede en<br />

un pedazo de tierra.<br />

En esta división falta evidentemente la claridad, y no concuerda con la observación. Se<br />

parece a la teoría de los cuatro <strong>el</strong>ementos, destruida por los progresos de la ciencia. Admitamos, sin<br />

embargo, estos tres términos, la criatura espiritual, la criatura humana y la criatura corporal. Tal es,<br />

se refiere, <strong>el</strong> plan divino, plan majestuoso y completo, como convenía a la sabiduría eterna.<br />

Observemos, desde luego, que entre estos tres términos no hay ninguna trabazón necesaria. Son tres<br />

creaciones distintas formadas sucesivamente. De la una a la otra no hay solución de continuidad.<br />

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