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Estimulado por la fuerza y la fiereza que veía en aquella mujer, Björn clavó los dedos en su cintura<br />
y la movió a su antojo mientras ella cerraba los ojos y echaba la cabeza hacia atrás, extasiada. Era<br />
preciosa, diferente, tentadora y le gustaba mucho... cada día más y ahora, tras aquel encuentro, estaba<br />
seguro de que todo cambiaría.<br />
Pasados unos minutos en que el control fue de él, cuando soltó una de sus manos para cogerla del<br />
cuello y besarla, Mel lo rechazó con maestría.<br />
—Mi boca no...<br />
—Sí...<br />
—No...<br />
Ahora era ella quien controlaba lo que hacían, mientras Björn, maravillado, la dejaba hacer. Mel<br />
subía y bajaba sobre su pene con un ritmo estimulante que no quiso ni pudo parar y cuando vio que<br />
ella jadeaba y volvía a echar la cabeza hacia atrás, la agarró de la nuca y acercó sus ardientes labios a<br />
los de ella.<br />
—Tu boca sí... —susurró.<br />
Lo necesitaba...<br />
Lo anhelaba...<br />
La posesión de él hizo que ella no se retirara. Al contrario, abrió la boca y respondió con un<br />
asolador beso que a ambos los enloqueció, mientras Björn tomaba de nuevo las riendas de la posesión<br />
y Mel era ahora quien no quería que parase.<br />
Durante varios minutos continuó ese ataque.<br />
Dos rivales en busca de su propio placer.<br />
Dos contrincantes disfrutando del asalto del otro.<br />
Dos amantes dispuestos a arder de pasión.<br />
Su potente pene la penetró al máximo mientras ella se abría gustosa para recibirlo y jadeaba de<br />
placer. Por primera vez en mucho tiempo era otro hombre y no Mike quien la poseía y la hacía jadear<br />
mirándola a los ojos. El olor de Björn, su fiereza en el acto y su posesión la enloquecía y gritó cuando<br />
él, sorprendiéndola, incrementó el ritmo.<br />
—Vamos, chulita..., vamos..., dame lo que busco.<br />
Acalorada y enloquecida, buscó su boca mientras sentía cómo su vagina vibraba y lo succionaba.<br />
Perturbada por ver los ojos de Björn y no los de Mike, acercó sus ardientes labios a los suyos y lo<br />
besó. Lo disfrutó. Lo volvió loco. Aquellos besos de lenguas enredadas, enloquecidas, la hicieron subir<br />
al séptimo cielo y no quería bajar.<br />
Sin descanso, le ofreció su húmeda lengua y Björn la saboreó con ansia justo en el instante en que<br />
ella volvía a tomar las riendas de la situación. El combate continuaba y los dos querían dejar muy<br />
claro quién mandaba allí. Moviendo las caderas a un ritmo frenético de adelante hacia atrás, Mel se<br />
empaló de nuevo en él, que soltó un gemido gutural mientras, enloquecido, la apretaba y la besaba.<br />
Alucinado por lo que le hacía sentir, de nuevo la dejó hacer. No lograba entender qué le ocurría.<br />
Quería llevar él las riendas del encuentro, como siempre, pero Mel lo anulaba para tomarlas ella.<br />
Así estuvieron durante varios minutos hasta que Björn le cogió los pechos con las manos y no<br />
pudo más. Soltó un jadeo varonil, se dejó ir en el mismo momento en que ella gritaba y se abrazaron<br />
mientras sus cuerpos temblaban ante lo ocurrido.