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Ella se levantó y, tirando de él, fue hasta donde estaba el plástico doblado.<br />
—Hay que cubrir la cama con esto.<br />
—¿Con un plástico?<br />
Mel sonrió y lo animó:<br />
—Sí, vamos, ayúdame.<br />
Cuando todo estuvo como ella quería, Björn la miró y Mel dijo:<br />
—No es época de fresas, pero como tengo la mía propia, te he traído el chocolate para que no te<br />
falte de nada.<br />
Al entender lo que quería decir, él sonrió y, mordiéndose el labio, murmuró:<br />
—Dios, nena..., me encanta el morbo que tienes.<br />
—Lo sé y más te va a gustar lo que te voy a entregar.<br />
Björn soltó una carcajada, vio que ella se desnudaba y rápidamente la siguió. Después Mel cogió<br />
los cuencos de chocolate y, subiéndose a la cama con ellos en la mano, le indicó:<br />
—Ven, túmbate aquí.<br />
Björn lo hizo. Ella dejó los cuencos sobre el plástico de la cama y musitó:<br />
—Sé que te gusta el chocolate, te gustan las fresas y te gusto yo. Por lo tanto, cielo, disfrútalo.<br />
Sin más, metió primero un pezón en uno de los cuencos y después el otro. Los mojó en el<br />
chocolate y, poniéndose a cuatro patas sobre Björn, dijo, mientras éste miraba sus pezones<br />
recubiertos:<br />
—Puedes comenzar por el que quieras.<br />
Enloquecido, él no lo dudó, atrajo hacia su boca uno de aquellos magníficos pezones y lo chupó.<br />
—Delicioso.<br />
—¿Te gusta?<br />
Con el morbo instalado en su mirada, la excitación entre sus piernas y la boca llena de chocolate,<br />
Björn exigió:<br />
—Dame más.<br />
Mel llevó su pecho de nuevo a la boca de él, que lo degustó, lo disfrutó, lo estrujó y succionó y,<br />
cuando desapareció todo el chocolate, mimosa, le preguntó:<br />
—¿Quieres más?<br />
Björn asintió y Mel le entregó el otro pezón.<br />
Cuando el chocolate desapareció, ella sonrió y, él, cogiéndola de la nuca, la besó. Su sabor era<br />
dulce, exquisito, maravilloso y cuando se separó, reconoció:<br />
—Eres el mejor postre que he comido en toda mi vida y sólo de pensar que ahora me voy a comer<br />
tu maravillosa fresa con chocolate, me vuelvo loco.<br />
Mel soltó una carcajada y preguntó:<br />
—¿Te gusta la idea?<br />
—Me encanta. Es más, ahora entiendo el motivo del plástico.<br />
De nuevo se besaron y cuando el ansia se apoderó de ellos, Mel, tocando la enorme erección de él,<br />
susurró:<br />
—Yo quiero también chupar con chocolate.<br />
No hizo falta decir más. Björn se incorporó en la cama y metió la punta de su pene en el espeso