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¿Él conocía a aquella guapa mujer española y no tenía su teléfono?<br />

¡Imposible!<br />

Aquella morenaza de pelo corto y negro como el azabache no le hubiera pasado desapercibida. Con<br />

curiosidad, paseó la mirada por su cuerpo. Los vaqueros le quedaban muy bien y el jersey negro le<br />

marcaba unos bonitos y tentadores pechos que deseó tocar. Estaba observándola abstraído cuando de<br />

pronto oyó:<br />

—¡Hombre, pero si es el mismísimo James Bond!<br />

Al oír eso, Björn cambió el gesto y rápidamente supo quién era aquella mujer.<br />

Su mente se reactivó en décimas de segundo y la identificó como la chula que meses atrás ayudó a<br />

Judith a salir del ascensor y la llevó al hospital el día de su parto. Por ello, y sin muchas ganas de<br />

confraternizar con ella, siseó:<br />

—Vaya... vaya... pero si es Superwoman.<br />

Mel, al contrario que él, al oírlo abrió la boca y, sorprendida, contestó:<br />

—Ostras, ¿cómo me has reconocido?<br />

Björn, desconcertado por la guasa en la cara de la joven, preguntó:<br />

—¿Dónde te has dejado el disfraz, guapa?<br />

Mel cruzó una mirada divertida con Judith y, clavando sus ojazos azules en los de él, respondió<br />

acercándosele:<br />

—En el Batmóvil, capullo. Pero, chis..., no digas nada. Lo tengo allí por si debo salvar el mundo<br />

de cualquier espía que esté al servicio de la Inteligencia británica.<br />

Judith soltó una carcajada. Ver la expresión de Björn no era para menos.<br />

No entendía qué le ocurría a su buen amigo con aquella chica, pero la divertía. Björn era un tipo<br />

con un humor excelente y, por lo que veía, Mel también, pero él se negaba a entrar en su juego.<br />

Finalmente, sin muchas ganas de hablar, lo vio darse la vuelta y marcharse a hablar con Eric.<br />

Mel dejó al pequeño Eric en la sillita y, mirando a Jud, preguntó:<br />

—¿Crees que todavía me odia por no haberte llevado él al hospital aquel día?<br />

Judith se encogió de hombros y, segura de lo que decía, respondió:<br />

—Sólo te diré que es el mejor tipo que conozco después de mi marido, y que no entiendo por qué<br />

reacciona así contigo.<br />

En ese momento se oyó ruido de cristales estrellándose contra el suelo. A Agneta se le había caído<br />

un vaso y éste se había hecho añicos. Rápidamente, Mel buscó a su hija. La encontró justo al lado del<br />

estropicio, llorando, y corrió hacia ella. Aunque antes de llegar, observó cómo la pequeña se agarraba<br />

al vestido de Agneta y ésta, de un tirón, se apartaba de su lado, lo que hizo que la niña se cayera.<br />

Björn intentó coger a la pequeña al vuelo, pero finalmente acabó sentada en el suelo. Al verla<br />

llorar, él se agachó, plantó una de sus manos en el suelo y la cogió.<br />

—Ya está, cariño... no pasa nada —susurró Melanie, quitándole a la niña de los brazos, mientras<br />

pensaba que aquella mujer, la tal Agneta, era una idiota.<br />

La pequeña, asustada, continuaba llorando y la corona rosa de princesa que llevaba en la cabeza se<br />

le cayó al suelo y Björn la cogió. Todos la miraban y Mel, olvidándose de todo, la acunó hasta que se<br />

le pasó. Lo importante era su hija, el resto le daba igual. Cuando Sami se tranquilizó, le enseñó uno de<br />

sus diminutos dedos y cuchicheó:

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