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con su padre. De su familia de Asturias con Sami. De ella y Sami con Neill, Fraser y más hombres<br />

vestidos de militares ante un avión, y al ver una de un hombre rubio, supo que era Mike. Tenía la<br />

misma sonrisa que la pequeña.<br />

Había muchas instantáneas de Sami y sonrió al ver una foto de él y Mel cuando estuvieron en<br />

Asturias, con la cara pringada de chocolate. Eso lo conmovió. Le hizo ver todo de pronto con claridad.<br />

¿Cómo había sido tan idiota y había estado tan ciego?<br />

Cuando Dora cogió la jaula del hámster, Sami la agarró con sus manitas y preguntó, mirando a<br />

Björn:<br />

—¿Peggy Sue se viene?<br />

Él sonrió y, besándole la cabecita, asintió.<br />

—Claro que sí, princesa. Peggy Sue se viene con nosotros.<br />

Conmovida, Judith lo observó. Lo que estaba viendo en su amigo era amor puro y verdadero y<br />

cuando llegaron al coche y colocaron a la pequeña en la sillita de atrás del vehículo, ésta lo miró y<br />

preguntó:<br />

—¿Por qué has dejado que todo llegue a estos límites, Björn? ¿Por qué? Sabes que Mel te quiere y<br />

tú la quieres a ella. Mel intentó llamar tu atención, pedirte perdón y tú se lo negaste. ¿Cómo has<br />

podido ser así?<br />

Él, desesperado y muerto de preocupación, suspiró.<br />

—El orgullo me cegó, Judith. —Y al ver cómo lo miraba, dijo—: Vale... dímelo. Me lo merezco.<br />

Lo estoy esperando.<br />

—Gilipollas. Eres un auténtico gilipollas.<br />

—Lo sé... te doy toda la razón.<br />

Abatido como nunca antes en su vida, Björn se tocó los ojos y Judith, conmovida, se acercó y<br />

dispuso:<br />

—Debes solucionar esto, Björn. Cuando regrese, debes hacer algo o Mel se irá a Texas y los dos<br />

seréis infelices.<br />

Convencido de que así era, pero angustiado por no saber cómo estaba Mel, afirmó:<br />

—Te prometo, Jud, que cuando regrese lo solucionaré.<br />

Esa tarde, en la casa de Eric y Jud, la pequeña Sami no se separó ni un segundo de Björn, ni él la<br />

dejó. Jugó con ella a las princesas y a los ponis. La metió con él en la piscina y cuando la hizo sonreír<br />

se sintió el hombre más feliz del universo, a pesar de que la preocupación por lo que había visto en las<br />

noticias lo estaba carcomiendo por dentro.<br />

Por la noche, tras dar de comer a Peggy Sue, consiguió que la pequeña cenara y posteriormente se<br />

durmiera, agarrada a su cuello.<br />

—Björn —dijo Eric, mirándolo—, creo que es mejor que la llevemos a la cama.<br />

Sentado en el sofá con la niña encima, le quitó la coronita y, como un tonto, murmuró:<br />

—Es preciosa, ¿verdad?<br />

Eric miró a la pequeña de bucles rubios y, sonriendo, asintió:<br />

—Sí. Es una preciosidad de niña. —Y tocándole el hombro, añadió—: No te preocupes por nada,<br />

Mel estará bien.<br />

Björn asintió y sin comprenderla del todo, comentó:<br />

—¿Cómo se le pudo ocurrir ser militar? Está en peligro continuo. ¿Acaso no se da cuenta?

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