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A las cuatro de la madrugada, recogieron el plástico entre risas y se encaminaron a la ducha. Allí<br />

el agua limpió sus cuerpos de chocolate mientras ellos continuaban con sus juegos. Unos juegos de los<br />

que no se saciaban y cuando por fin lo hicieron, se acostaron y se quedaron dormidos y abrazados.<br />

A la mañana siguiente, después de una noche en la que hicieron varias veces el amor, llamaron a la<br />

puerta y un camarero entró y les dejó una bandeja con el desayuno. Mel, al ver un donuts de chocolate,<br />

sonrió.<br />

—No me entra un gramo más de chocolate.<br />

Ambos rieron y tras desayunar felices, regresaron a la casa familiar, donde, al llegar, la abuela los<br />

miró de arriba abajo y negó con la cabeza. Dirigiéndose a su nieta, comentó:<br />

—Tu madre y hermana están en la playa con la pequeña. Por cierto, ¿qué preferís que haga de<br />

comida, pantrucu o cachopo?<br />

—A mí me da igual, abuela.<br />

—Pregúntale al neñu —pidió la mujer a su nieta.<br />

Mel miró a Björn, que como era lógico no había entendido nada, y dijo:<br />

—¿Qué te apetece comer, pantrucu o cachopo?<br />

Boquiabierto porque no había oído nunca esas palabras, preguntó:<br />

—¿Eso son comidas?<br />

—Sí.<br />

—¿Y me puedes explicar qué son?<br />

Divertida, Mel sonrió.<br />

—El pantrucu es una masa de morcilla muy rica que hace mi abuela. La envuelve en hojas de<br />

berzas, la corta y la fríe, y el cachopo son filetes de ternera rellenos de jamón cocido y queso, que<br />

reboza y fríe. Para que me entiendas, son como san jacobos pero a lo bestia.<br />

Tras valorar lo que ella había dicho, respondió:<br />

—Lo segundo creo que me gustará más.<br />

Mel miró a la mujer.<br />

—Cachopo, abuela.<br />

Ella asintió y, sonriendo, dijo mientras se alejaba:<br />

—Dijolo Blasito, punto redondu.<br />

Cuando se alejó, Mel miró a Björn con una sonrisa y preguntó:<br />

—¿Quieres que vayamos a la playa? Mi madre, mi hermana y Sami están allí.<br />

Él asintió y se encaminaron a las habitaciones para ponerse los bañadores.<br />

Cuando Sami vio aparecer a su madre y a Björn, corrió hacia ellos. Él la cogió en brazos y la<br />

pequeña rió a carcajadas. Aquel gesto tan íntimo con la niña le hizo sentirse muy bien. Se enorgullecía<br />

de llevarla en brazos y a Mel agarrada en la mano. Esa sensación de plenitud era maravillosa. Una<br />

sensación que nunca lo abandonaba cuando estaba con ellas.<br />

A la hora de la comida, regresaron a la casona donde Covadonga los esperaba y, encantados,<br />

comieron el cachopo que la mujer había preparado. Por la tarde, Mel se escapó con Björn y su pequeña<br />

de nuevo a la playa. Su abuela ya estaba haciendo planes para Blasito, pero ella no estaba dispuesta a<br />

compartirlo con nadie.

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