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—No caerá esa breva —se mofó él—. Anda, sube.<br />

—No.<br />

—Sube de una vez Ironwoman.<br />

—Que noooooooooooooo.<br />

Mel continuó andando y Björn, con paciencia, la siguió mientras tarareaba Let’s stay together , de<br />

Al Green, que sonaba en su moderno deportivo.<br />

Sin apartar los ojos de la cabezota que iba dando saltitos por la acera, esperó a que desistiera.<br />

Finalmente, cuando ella no pudo más, se paró, caminó hacia el coche, abrió la puerta y tras sentarse,<br />

molesta ante el gesto guasón de él, dijo:<br />

—Vivo muy cerca de ti. Cinco calles más adelante.<br />

—¡Qué ilusión, vecinitos! —murmuró él.<br />

—Mira, guapo, ¡no me calientes!<br />

—Yo a ti... ¡Dios me libre! —se mofó divertido.<br />

El semáforo se puso rojo y ninguno de los dos habló. Björn tarareaba aquella canción y Mel,<br />

mirándolo, murmuró:<br />

—Deberías escuchar buena música.<br />

—Eso escucho.<br />

Ella apoyó la cabeza en el respaldo del coche y contestó:<br />

—The Black Eyed Peas, Bon Jovi, ZZ Top o AC/CD, eso sí que es música.<br />

—Prefiero el soul.<br />

—Musiquita romanticona, ¡qué horror!<br />

Björn la miró y ella, al ver que la observaba, se burló:<br />

—Ah, claro, muñeco, olvidaba que eres todo un conquistador y a vosotros os va ese ronroneo de<br />

musiquita.<br />

Björn resopló. Si comenzaba de nuevo a meterse con él, directamente la echaba del coche. Por<br />

ello, bajándose las gafas de sol para que le viera los ojos, replicó:<br />

—Si sigues por ese camino, al final irás andando a tu casita..., muñeca.<br />

El semáforo cambió y Mel decidió callar. Con el dolor de tobillo que tenía, prefería ir en coche.<br />

Cuando pasó por delante de la guardería de su hija, inconscientemente comentó:<br />

—Ésta es la guardería de Sami. —Y mirando su reloj murmuró—: Joder, tengo que recogerla en<br />

cuarenta y dos minutos.<br />

Björn no respondió, condujo y cuando ella le ordenó parar ante un edificio alto, lo hizo. Se bajó<br />

para acompañarla, pero ella, mirándolo, dijo:<br />

—Gracias y adiós.<br />

Sin decir nada, la cogió de nuevo en brazos y sujetándole las manos para evitar cualquier<br />

imprevisto ataque, la advirtió alto y claro:<br />

—Como me vuelvas a pegar, juro que te suelto de golpe.<br />

—Atrévete.<br />

Björn sonrió. Por primera vez vio que tenía el control de la situación y murmuró divertido:<br />

—No me tientes... No me tientes.<br />

Mel sacó una llave del bolsillo y abrió el portal. Una vez dentro, llamaron el ascensor y, tras subir

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