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—Te quiero para mí y, como le dice un buen amigo a su mujer: «Tu boca, tu cuerpo y toda tú,<br />

quiero que sea mío, sólo mío», ¿entendido?<br />

—No me des más órdenes —jadeó—. La teniente aquí soy yo.<br />

Björn sonrió y dándole un azote en el trasero, musitó:<br />

—Tu grado a mí no me vale, preciosa.<br />

Esa reacción hizo reír a Mel y Björn la besó. Enloquecida por la pasión que él le demostraba, se<br />

abandonó a sus caricias y dejó que guiara el morboso juego. Sin darle tregua, Björn la penetró una y<br />

otra vez y cuando él jadeó demasiado alto, ella murmuró:<br />

—Chisss..., no quiero que nos echen del hotel.<br />

Divertido, respondió dándole otro azote en el trasero.<br />

—El hotel no me importa, sólo me importa que te corras para mí.<br />

—¿Sólo para ti?<br />

Penetrándola de nuevo, asintió y afirmó con seguridad:<br />

—Sólo para mí siempre que juguemos.<br />

Un jadeo de ella lo hizo reactivarse y, enloquecido por la pasión que sentía, preguntó:<br />

—¿Te gusta, Mel?<br />

—Sí... sí... me gustan nuestros juegos.<br />

Björn sonrió y sin parar su asolador movimiento, murmuró:<br />

—Morbosa... —Mel jadeó ante una nueva embestida y Björn dijo—: Dime a qué quieres jugar.<br />

Dispuesta a caldear el momento con fantasías, con voz plagada de sensualidad, murmuró ante sus<br />

nuevas embestidas:<br />

—Estoy de pie en la ducha y tú estarás detrás de mí, los hombres, de rodillas, desearán que les<br />

meta mi fresa en la boca y tú me lo pedirás. Desde atrás me abrirás los labios y les darás acceso a mi<br />

interior mientras les pides que me masajeen el clítoris y me pides al oído que me corra para ti. Sólo<br />

para ti. Primero, uno meterá su boca entre mis piernas, después otro y cuando cumpla lo que me pides,<br />

saldremos de la ducha, me tumbarás en la cama y me follarás delante de ellos para enseñarles lo que<br />

nos gusta.<br />

—Sigue..., morbosa..., sigue.<br />

—Cuando te corras —gritó, llegando al clímax—, abrirás mis piernas, otro me penetrará y... y<br />

cuando éste acabe, rápidamente se introducirá en mí el siguiente, mientras tú me pides que me corra<br />

para ti. Sólo para ti, y yo moriré de placer.<br />

Björn en ese instante no pudo más y hundiéndose en ella, alcanzó también al clímax. Sus cuerpos<br />

se convulsionaron al unísono y cuando sus respiraciones se acompasaron, Mel, mimosa, lo besó en la<br />

cabeza y preguntó:<br />

—¿Te ha gustado el juego?<br />

Mirándola con deseo, él asintió.<br />

—Tus deseos son órdenes para mí, teniente. Cuando regresemos a Múnich, prometo cumplir esa<br />

fantasía.<br />

Aquella noche, cuando ella se durmió, Björn se quedó contemplándola como un tonto. Tenerla en<br />

su cama y bajo su cuidado era lo mejor que le había pasado en mucho tiempo y deseoso de hablar con<br />

alguien, cogió su móvil y llamó a su buen amigo Eric. Tras dos timbrazos, éste contestó y Björn dijo:

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