El poder local - Academia Europea de Ciencias y Artes

Obeng y Azam (1997), en su estudio del servicio del transporte urbano, encontraban
que los gestores privados eran más eficientes desde la óptica asignativa.
Por otra parte, nos topamos con estudios que no encuentran diferencias
significativas en los niveles de eficiencia ya consideremos gestión pública o privada.
Sería el caso, en el ámbito del servicio de recogida de basuras, de los trabajos
de Hirsch (1965), que analizaba la eficiencia en costes de varias ciudades
del Condado de St. Louis (EEUU), Callan y Thomas (2001), que abordaban el
servicio en el Estado norteamericano de Massachussets (EEUU), Dijkgraaf y
Gradus (2003), quienes realizaban un análisis similar en Holanda, o en nuestro
país, Bosch et al. (2000), aplicación en la que se realizaba un análisis de la eficiencia
técnica del servicio en varios municipios de Cataluña, sin identificar
ninguna relación significativa entre la contratación externa y el grado de
eficiencia.
Esta indeterminación es también bastante frecuente en el ámbito de los servicios
locales relacionados con el agua. Trabajos como los de Feigenbaum y
Teeples (1983) y Byrnes et al. (1986) en EEUU, Shaoul (1997) en el Reino Unido,
Ménard y Saussier (2000) en Francia o Estache y Rossi (2002) en diversos
países del sudeste asiático, ponen de manifiesto que no existen diferencias significativas
en los niveles de eficiencia obtenidos para empresas públicas y privadas.
En este mismo sentido se pronunciaba Viton (1997), en su estudio sobre
la eficiencia del servicio de transporte urbano por autobús en EEUU, o Pina
y Torres (2001), analizando el mismo servicio en un grupo de municipios
catalanes.
Finalmente, no faltan los trabajos en los que los productores públicos se alzan
como más eficientes. Sería el caso del estudio de Vitaliano (1997), en su
análisis de la eficiencia en costes de las bibliotecas públicas locales en Nueva
York, registrando mayores niveles de eficiencia en aquellas localidades en las
que se produce la gestión pública del servicio. Ohlsson (2003), analizando la
eficiencia del servicio de recogida de basuras en Suecia, mostraba que la producción
pública era un 6% más barata que la privada.
En cuanto a los servicios del agua, Lynk (1993) encontraba que, con anterioridad
al intenso proceso de privatización del sector que tuvo lugar en el Reino
Unido a partir del año 1989, los suministradores públicos se mostraban menos
ineficientes que los privados. En la misma línea, Bhattacharyya et al. (1994)
observaban cotas de eficiencia más elevadas para las empresas públicas en
EEUU, pese a que los niveles de eficiencia de estas últimas presentaban mayor
dispersión que los correspondientes a las empresas privadas. Matizando aún
más, Bhattacharyya et al. (1995a) destacaban la importancia del tamaño de la
actividad, señalando las mayores ineficiencias que presentaban las empresas
privadas respecto a las públicas, siempre que estuviéramos hablando de entidades
grandes.
Tras haber efectuado una revisión de trabajos que se han detenido en analizar
la relación gestión-eficiencia, no se puede generalizar la idea de que la gestión
privada lleve aparejada sistemáticamente mayores niveles de eficiencia.
Algunos autores, tales como Kodrzycki (1994) o Ballard y Warner (2000), en su
análisis de la privatización de algunos servicios públicos locales, señalaban
como el hecho de recurrir a la gestión privada puede llevar a ahorros de costes
inicialmente, ahorros que tienden a diluirse con el paso del tiempo, sobre todo
en el caso de aquellas corporaciones locales de pequeño tamaño.
En definitiva, no parece que lo privado sea mejor de por si. Factores institucionales,
tales como el control o regulación que el ente público ejerce sobre la
modelos de gestión y financiación de los servicios públicos locales 29