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G. Labrador. El gobierno de las cosas del tiempo ... - EURACA

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LA MIRADA<br />

margen <strong>de</strong> mejora suficiente para que los poetas <strong>de</strong>l presente no se estresen <strong>de</strong>masiado<br />

a la hora <strong>de</strong> <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r públicamente sus propuestas 6 .<br />

Claro que no es lo mismo que Astrud (1973) diga que la poesía española<br />

<strong>de</strong>l siglo XX es horrible, así, en su conjunto, y que Agustín García Mallo<br />

(1967) piense algo parecido (2009: 25-26), o que lo compartan algunas <strong>de</strong>cenas<br />

<strong>de</strong> jóvenes poetas, que quien lo dijese públicamente fuese José Ángel Valente<br />

(1929-2000), con frecuencia, en sus últimas intervenciones (“no quieren dar un<br />

paso en falso no sea que no les <strong>de</strong>n el premio. Están comprados. Y eso <strong>de</strong>shace<br />

completamente el mundo <strong>de</strong> la cultura. Hay excepciones, pero son excepciones”<br />

1995; o “La poesía española está muy segura <strong>de</strong> sí, pero en general es muy mala”,<br />

2000) 7 , ni que sea Antonio Gamoneda (1931) quien lo insinuase (“en términos<br />

generales, no me parece una gran poesía la española que se estima consolidada”,<br />

Amiano 2010), 8 en esos mismos años <strong>de</strong> tanto silver surfer, mientras acudía a <strong>las</strong><br />

ceremonias <strong>de</strong>l zapaterismo cultural con el traje <strong>de</strong> buzo <strong>de</strong> su pasada pobreza 9 ,<br />

un poco a la manera <strong>de</strong> Cuba M. Gooding en Men of Honor.<br />

situación <strong>de</strong> la poesía escrita en nuestra lengua no pue<strong>de</strong> ser más óptima, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la perspectiva <strong>de</strong> <strong>las</strong> dos oril<strong>las</strong>. Vivimos<br />

un momento privilegiado en el que disfrutamos <strong>de</strong> poetas casi centenarios y jóvenes <strong>de</strong> talento”. Estas <strong>de</strong>claraciones <strong>de</strong><br />

Manuel Borrás <strong>las</strong> acompañan con tonos más comedidos otros editores, en un reportaje <strong>de</strong> <strong>El</strong> Cultural (2009), aunque,<br />

en casi todos los casos, subrayasen un mismo escenario <strong>de</strong> normalización, armonía y estabilidad en el paradigma poético,<br />

una transposición <strong>de</strong> los valores que <strong>de</strong>finen la cultura política liberal parlamentaria: representatividad, estabilidad,<br />

culminación <strong>de</strong> una larga trayectoria histórica, opciones legítimas e intercambiables, mejor <strong>de</strong> los mundos posibles.<br />

6. Esto contrasta radicalmente con la actitud con la que ciertos poetas <strong>de</strong> la transición vivenciaron esta tensión, que percibieron<br />

en unos mismos términos conflictivos (en España no ha habido poesía mo<strong>de</strong>rna, nosotros tenemos que hacerla),<br />

pero que trataron <strong>de</strong> resolver <strong>de</strong> modo trágico, don<strong>de</strong> su i<strong>de</strong>ntidad social <strong>de</strong> poetas <strong>de</strong> ruptura, y el requerimiento<br />

autoimpuesto <strong>de</strong> ofrecer unas obras capaces <strong>de</strong> romper estéticamente con el franquismo, comprometía sus vidas hasta<br />

su misma viabilidad (<strong>Labrador</strong> 2008). <strong>El</strong> nivel <strong>de</strong> intensidad <strong>de</strong> semejante experiencia histórica contrasta notablemente<br />

con el discurso <strong>de</strong> pluralidad estética, posmo<strong>de</strong>rnidad, p<strong>las</strong>ticidad y ¡ruptura! con el que se vienen (auto)representando<br />

<strong>las</strong> diferentes “nuevas hornadas” poéticas (Ruiz Mantilla 2003, 2010).<br />

7. Para Valente, a<strong>de</strong>más, la mala calidad <strong>de</strong> la poética estaba directamente relacionada con la mala calidad <strong>de</strong> la política contemporánea,<br />

<strong>de</strong>scrita en unos términos conceptuales quizá convencionales en 2012, pero <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego no tan frecuentes en 1995: “Creo<br />

que estamos en una época muy mala. Creo que este milenio se acaba con un signo absolutamente negativo. [...] Los políticos<br />

no representan el estrato superior <strong>de</strong>l mundo en el que nos movemos. Por encima <strong>de</strong> su cabeza hay dos gran<strong>de</strong>s elementos que<br />

tienen un funcionamiento autónomo, en el que lo propiamente humano no tiene importancia:[...] la información, es <strong>de</strong>cir, <strong>las</strong><br />

empresas mediáticas, y el capital. [...] La c<strong>las</strong>e política es ahora mismo una marioneta <strong>de</strong> po<strong>de</strong>res mal controlados que están por<br />

encima <strong>de</strong> su cabeza. Y eso lo ves en la poca calidad que tienen los dirigentes políticos” (Valente 1995).<br />

8. Junto con el reconocimiento <strong>de</strong> un compartido <strong>de</strong>sinterés por lo que está sucediendo, la posición <strong>de</strong> Antonio Gamoneda<br />

es un poco más matizada en su conjunto. Si bien afirma la ausencia <strong>de</strong> gran<strong>de</strong>s empresas poéticas activas en el momento<br />

actual, Gamoneda insiste en salvaguardar tal posibilidad, en una <strong>de</strong>fensa cerrada <strong>de</strong> la juventud, visible en este y otros<br />

muchos pasajes: “Confío en los jóvenes, en el futuro poético, quizá próximo, <strong>de</strong> los jóvenes. La <strong>de</strong> América Latina, en<br />

conjunto, me parece más sólida (pue<strong>de</strong> haber una razón <strong>de</strong>mográfica) que la <strong>de</strong> España.” (Amiano).<br />

9. Me refiero al contenido <strong>de</strong> su discurso en la ceremonia <strong>de</strong> entrega <strong>de</strong>l Premio Cervantes en 2007, don<strong>de</strong> Gamoneda realizó<br />

una <strong>de</strong>fensa encendida <strong>de</strong> la literatura escrita <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la experiencia <strong>de</strong> la pobreza, como literatura con una capacidad<br />

diferente <strong>de</strong> mirar y <strong>de</strong> simbolizar. Ese recordatorio <strong>de</strong> que la tradición literaria y poética en lengua española, en la obra<br />

<strong>de</strong> sus clásicos, se ha producido <strong>de</strong>s<strong>de</strong> centralidad <strong>de</strong> la experiencia <strong>de</strong> la escasez resultaba completamente marciano en el<br />

contexto eufórico <strong>de</strong> 2007, como De la Flor y Gamoneda oportunamente supieron teorizar. Y, sin embargo, esta revisión<br />

<strong>de</strong> la historia cultural nacional como una historia <strong>de</strong> la pobreza, <strong>de</strong>fendida en aquel contexto por escritores como Rafael<br />

Chirbes (2002, 2003), es en la temporalidad <strong>de</strong> crisis actual más pertinente que nunca, y será uno <strong>de</strong> mis ejes <strong>de</strong> lectura<br />

<strong>de</strong> la obra <strong>de</strong> Álvarez Ortega, en la perspectiva <strong>de</strong> una historia (poética) <strong>de</strong> la pobreza y el hambre, <strong>de</strong> una poesía que nunca<br />

perdió su memoria. Esa <strong>de</strong>sconexión socioepocal entre estética y memoria explica, en cierto modo, la <strong>de</strong>sconexión entre<br />

una literatura <strong>de</strong> la abundancia y su tradición anormal <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sarraigo y la carencia (Chirbes 2003, 2010). En la coyuntura<br />

actual cabe afirmar que esa conexión comienza a reestablecerse (<strong>Labrador</strong> 2012).<br />

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