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G. Labrador. El gobierno de las cosas del tiempo ... - EURACA

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nº 32 - Noviembre 2012<br />

Una, en resumen, larga edad <strong>de</strong> hierro 14 <strong>de</strong> continua e irredimible mala poesía.<br />

Des<strong>de</strong> el inicio, la vivencia <strong>de</strong> habitar una época <strong>de</strong> oscuridad poética resulta<br />

fundacional respecto <strong>de</strong> la propia escritura; escribir, para Álvarez Ortega,<br />

significará hacerlo en <strong>tiempo</strong>s <strong>de</strong> penuria, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los mismos años cuarenta en<br />

que preparó sus libros primeros, pues fue allí don<strong>de</strong> se inicia la <strong>de</strong>ca<strong>de</strong>ncia:<br />

“no creo que que<strong>de</strong> casi nada, por no <strong>de</strong>cir nada, <strong>de</strong> lo que han hecho o están<br />

haciendo, tantos versificadores o copleros <strong>de</strong>l 39 a esta parte” (De Celis 1973,<br />

Álvarez Ortega 2012: 40) Esta vivencia se pone en relación con un corte estético<br />

e histórico respecto la generación <strong>de</strong>l 27: a pesar <strong>de</strong> que Álvarez Ortega<br />

no manifieste un gran aprecio por el trabajo poético <strong>de</strong>l 27 en su conjunto,<br />

sin embargo, argumenta que su súbita ausencia <strong>de</strong>struyó completamente el<br />

mundo <strong>de</strong> la poesía tal y como él lo conoció, como una esfera dinámica, emergente<br />

15 . Su <strong>de</strong>saparición con<strong>de</strong>nó a los jóvenes aprendices <strong>de</strong> poeta a subsistir<br />

en páramos <strong>de</strong> escasez. Aunque sea un relato mítico <strong>de</strong> los orígenes, la vivencia<br />

<strong>de</strong> que se ha producido una fractura con un <strong>tiempo</strong> anterior <strong>de</strong> con<strong>de</strong>nsación<br />

<strong>de</strong> variables poéticas <strong>de</strong> intensa energía prepara la vivencia <strong>de</strong> la época siguiente<br />

como un <strong>tiempo</strong> post-clásico, un periodo <strong>de</strong> <strong>de</strong>ca<strong>de</strong>ncia, por más que<br />

los aparatos culturales <strong>de</strong>l franquismo representasen la producción poética <strong>de</strong><br />

posguerra como la propia <strong>de</strong> un nuevo renacimiento (1954, 2012: 13).<br />

A mediados <strong>de</strong> los años cincuenta, el espacio poético funcionaba como la<br />

más dinámica <strong>de</strong> <strong>las</strong> esferas públicas en los años más cerrados <strong>de</strong>l franquismo.<br />

Precisamente por la importancia legitimadora que <strong>las</strong> mentes <strong>de</strong> la cultura y<br />

la propaganda <strong>de</strong>l régimen dieron a lo poético como disciplina c<strong>las</strong>ificadora<br />

(capaz <strong>de</strong> producir lo clásico), <strong>de</strong>s<strong>de</strong> fechas tan tempranas como 1944, la poesía<br />

circulaba con el marchamo <strong>de</strong> no ser <strong>de</strong> este mundo, aura que la permitía<br />

sustraerse <strong>de</strong> preguntas históricas y políticas con mucha más facilidad que a <strong>las</strong><br />

otras artes, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber respondido con entusiasta adhesión a esas mismas<br />

preguntas en el lustro anterior 16 . Y, sin embargo, en 1954, en semejante<br />

14 Tomo el título <strong>de</strong> una afectada necrológica <strong>de</strong> Jambrina a propósito <strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong> José Hierro, en la que el <strong>de</strong>sconocimiento<br />

<strong>de</strong> la edad <strong>de</strong>l poeta le sirve como metáfora para hablar <strong>de</strong> la ocupación simbólica <strong>de</strong>l siglo que hicieron estos<br />

creadores y, por lo tanto, la emanación mítica <strong>de</strong> historicidad que representaban, señalando, <strong>de</strong> modo no intencional, la<br />

baja valencia estético-moral <strong>de</strong> su <strong>tiempo</strong>.<br />

15. Tampoco en ese juicio Álvarez Ortega está solo. Valente ha sido muy crítico siempre con la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> generaciones en la<br />

literatura. A propósito <strong>de</strong> la <strong>de</strong>l 27, salva sólo a Cernuda, “De la generación <strong>de</strong>l 27 yo consi<strong>de</strong>ro un poeta fundador a<br />

Luis Cernuda, y nada más. Me consi<strong>de</strong>ro mucho más conectado con Unamuno y con Machado. No digo que los poetas<br />

<strong>de</strong>l 27 fueran una porquería, pero a mí sólo me interesa Cernuda porque él hizo andar la literatura española. La puso en<br />

movimiento” (1995). Esa i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> la <strong>de</strong>fensa 27 como una temporalidad poética exigente (un clima) es también clave en<br />

Álvarez Ortega, quien, a<strong>de</strong>más, dirigió en los años cuarenta un programa en una radio local <strong>de</strong> Córdoba en el que leía los<br />

textos <strong>de</strong> los poetas <strong>de</strong> la Edad <strong>de</strong> Plata. Del grupo <strong>de</strong>l 27, Álvarez Ortega reconoce en algún momento <strong>de</strong> su trayectoria<br />

el papel <strong>de</strong> Lorca, Aleixandre y Cernuda, aunque se mostrará más <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñoso con los mismos en otros momentos.<br />

16. Al hablar <strong>de</strong> la función c<strong>las</strong>ificadora <strong>de</strong> la poesía en el primer franquismo, me estoy refiriendo a la atribución que se le<br />

conce<strong>de</strong> al enten<strong>de</strong>rla como disciplina dotada especialmente para producir la naturalización trascen<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> todo un or<strong>de</strong>n<br />

cultural, una suerte <strong>de</strong> esencialización y cifrado <strong>de</strong> <strong>las</strong> relaciones imaginarias entre lo bello, lo bueno y lo verda<strong>de</strong>ro con<br />

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