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G. Labrador. El gobierno de las cosas del tiempo ... - EURACA

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LA MIRADA<br />

<strong>de</strong> fórmu<strong>las</strong> ya ensayadas, organizadas en torno a dos polos, uno unamuniano<br />

(existencial) y otro machadiano (social).<br />

Una verda<strong>de</strong>ra confusión, porque, al lado <strong>de</strong> algunos valores <strong>de</strong> verdad,<br />

muy pocos, y <strong>de</strong> otros, muy jóvenes, también escasos y todavía en formación,<br />

que saben lo que es válido en poesía, existe una mayoría <strong>de</strong> poetas, la<br />

gran plaga, que aún no ha <strong>de</strong>spegado siquiera <strong>de</strong> <strong>las</strong> fórmu<strong>las</strong> más caducas y<br />

provincianas, yo creo, <strong>de</strong>sgraciadamente, como lógica consecuencia <strong>de</strong>l beato<br />

culto rendido a Machado y Unamuno, dos poetas, a mi juicio, negativos, por<br />

la gran influencia que han ejercido, por lo general una obra <strong>de</strong> escasos recursos<br />

técnicos y <strong>de</strong> un lenguaje un tanto pobre. (De Celis 1973, Álvarez Ortega<br />

2012: 39)<br />

En 1973 era todavía prematuro valorar el alcance real <strong>de</strong> <strong>las</strong> rupturas experimentales<br />

en sus diversos frentes, pero, a juzgar por sus manifiestos y por los<br />

numerosos ejemplos <strong>de</strong> los nuevos lenguajes y nuevas prácticas poéticas que<br />

emergían en Barcelona, Zaragoza, Valencia o Madrid, ello no habría impedido<br />

la percepción <strong>de</strong> que lo que estaba en marcha era una revolución poética.<br />

Ese ha sido, al menos, el relato <strong>de</strong> la crítica sobre el periodo (De Paula, notablemente),<br />

por más que en su momento fuesen muchas <strong>las</strong> voces y <strong>las</strong> obras<br />

coinci<strong>de</strong>ntes con <strong>las</strong> apreciaciones <strong>de</strong> Álvarez Ortega, señalando la ausencia <strong>de</strong><br />

una renovación en los lenguajes y en <strong>las</strong> prácticas 20 . Una década <strong>de</strong>spués, este<br />

diferencial <strong>de</strong> percepción es relevante, porque, si en los años ochenta, como<br />

sucedió durante la posguerra, “se repite mucho eso <strong>de</strong> que nos hallamos ante<br />

un nuevo siglo <strong>de</strong> oro <strong>de</strong> la poesía” (Baigts 1986, Álvarez Ortega 2012: 55),<br />

no era esa la opinión <strong>de</strong> Álvarez Ortega. Para él, la tan esperada renovación estética<br />

y moral <strong>de</strong>l país no se había producido, y en lo poético, y en lo público,<br />

éste seguía siendo un “país enfermo” 21 .<br />

Esta impresión se reforzará con el <strong>tiempo</strong>, saldando un balance amargo <strong>de</strong><br />

<strong>las</strong> experiencias poéticas <strong>de</strong> los años setenta. A treinta años vista, su relato sobre<br />

la eclosión novísima subraya, fundamentalmente, su carácter <strong>de</strong> “oportunidad<br />

perdida”. <strong>El</strong> problema es que, aunque parecía que sí, el intento no iba en serio:<br />

20. Un interesante artículo <strong>de</strong> Paul Ilie, supo plantear tempranamente una pregunta clave: ¿cómo y por qué no se pue<strong>de</strong>n<br />

localizar en la poesía <strong>de</strong> la <strong>de</strong>mocracia voces <strong>de</strong> tipo <strong>de</strong>moliterario como <strong>las</strong> que presidieron el canon poético <strong>de</strong> los años<br />

treinta? En Culpables por la literatura exploro <strong>las</strong> consecuencias <strong>de</strong> esa pregunta, y estudio el momento novísimo como<br />

proyecto estético y político abortado, en relación con la propia temporalidad política <strong>de</strong> la transición a la <strong>de</strong>mocracia.<br />

21. “Lo he dicho muchas veces [...] [vivimos] en un país enfermo, cualquier gesto que signifique un propósito <strong>de</strong> curación<br />

es un insulto para los que viven <strong>de</strong> la enfermedad. En poesía también: cualquier intento <strong>de</strong> dignificación atenta contra<br />

aquellos que cimentan su nombre en lo más trivial y <strong>de</strong>leznable” (Baigts 1986, Álvarez Ortega 2012: 54-55). La opinión<br />

<strong>de</strong> Álvarez Ortega en 1986 es continua en lo político y en lo estético, creando una tensión entre la propia ética y<br />

la estética frente a la política y la estética epocales. En este sentimiento <strong>de</strong> enfrentamiento moral con su <strong>tiempo</strong>, la<br />

posguerra y el postfranquismo adquieren relieves <strong>de</strong> un parecido inquietante.<br />

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