G. Labrador. El gobierno de las cosas del tiempo ... - EURACA
G. Labrador. El gobierno de las cosas del tiempo ... - EURACA
G. Labrador. El gobierno de las cosas del tiempo ... - EURACA
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
nº 32 - Noviembre 2012<br />
una agrimensura terrible en la que se intercambian fluidos humanos y fluidos<br />
naturales. <strong>El</strong> poeta se representa paseando por albuferas sombrías y contemplando<br />
cómo los muertos aún siguen allí:<br />
La tierra tiene a veces sabor a negra harina, [...]<br />
Los muertos andan siempre sobre campos regados<br />
con lágrimas <strong>de</strong> aceite y ceniza morada, viven<br />
sus fríos laberintos <strong>de</strong> lluvia y fina escarcha<br />
sentados sobre un mar que nace <strong>de</strong>l olvido. (21)<br />
En otros poemas, la presencia <strong>de</strong> esos muertos se hace más y más urgente, y<br />
en muchas ocasiones inva<strong>de</strong>n su misma estructura cuando, a través <strong>de</strong>l apóstrofe,<br />
el poeta se dirige a ellos, pidiéndoles que hagan o que <strong>de</strong>jen <strong>de</strong> hacer ciertas<br />
<strong>cosas</strong>. Quizá, como afirma Llera, en la obra <strong>de</strong> Álvarez Ortega, los muertos hablan,<br />
pero tal vez sea el poeta quien les habla a los muertos. Los muertos, que no<br />
tienen voz, respon<strong>de</strong>n pocas veces y que sean mudos resulta plenamente significativo<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> una perspectiva histórico-política. La apóstrofe es la figura que sirve<br />
en esta dominante para expresar la tensión entre <strong>tiempo</strong>s y contra<strong>tiempo</strong>s, entre<br />
política y poética. <strong>El</strong> retorno <strong>de</strong> ese pasado, al que abiertamente se interpela, lo<br />
encontramos, por ejemplo, en un poema que significativamente titulado “Los<br />
olvidados días” (28), <strong>de</strong>l libro Clamor <strong>de</strong> todo espacio (1950), don<strong>de</strong> el compromiso<br />
i<strong>de</strong>ntitario <strong>de</strong>l poeta, su conexión con esos muertos, le impi<strong>de</strong> aceptar <strong>las</strong><br />
peticiones <strong>de</strong> olvido que sus contemporáneos le dirigen:<br />
Henos aquí, oh tierra coronada <strong>de</strong> errantes lluvias y martirios,<br />
cruzando <strong>las</strong> pálidas guirnaldas <strong>de</strong> un <strong>tiempo</strong> alimentado por el llanto,<br />
como una sorda leyenda flotante en <strong>las</strong> aguas <strong>de</strong> un olvido [...]<br />
Henos aquí. Mas ¿quien oye lo que tu ronco farol pregona? Todos dicen “Los muertos<br />
ya murieron y el polvo los <strong>de</strong>shizo”. Se olvidan.<br />
¿Qué importa el exangüe nocturno, la rosa podrida en <strong>las</strong> frías ciuda<strong>de</strong>s?<br />
¿A qué remover la huella que <strong>de</strong>ja el tronco volcado por el musgo? [...]<br />
No no pue<strong>de</strong> el corazón <strong>de</strong>shacer la trenza <strong>de</strong> un recuerdo y <strong>de</strong>cir sólo una palabra:<br />
“Sucedió”.<br />
Lo dijimos: mientras todos quieren olvidar el poeta no quiere, porque la<br />
<strong>de</strong>scripción <strong>de</strong>l mundo que él habita necesita <strong>de</strong> la presencia <strong>de</strong> esos muertos<br />
para tener sentido pleno. A propósito <strong>de</strong>l diferencial estético que hemos señalado<br />
entre poesía no-española y posguerra, resulta significativo que los muertos<br />
se aparezcan en el poema mediante metáforas propias <strong>de</strong> la tradición romántica,<br />
ecos <strong>de</strong> Coleridge <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> ese musgo, referencias órficas, advocaciones ele-<br />
82