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El sín - Pfizer

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La vida en otra parte<br />

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en sí, sino que corresponde a una decisión vital, derivada<br />

de la propia conceptualización de la existencia. ¿Qué pudo<br />

pensar Jung para optar por la solución extrema? Podríamos<br />

ofrecer distintas líneas de especulación, pero la verdad es<br />

que ya no lo sabremos.<br />

Paula, en busca de su individualidad<br />

<strong>El</strong> mayor contraste con Esteban y Jung, e incluso con los<br />

demás inmigrantes de la novela, lo marca Paula, una hermosa<br />

mujer de veintiséis años. De clase alta y signada por<br />

la voluntad de sus padres que quieren que aprenda francés<br />

durante un año, casarla luego en Bogotá con un pretendiente<br />

de alcurnia, y después dirigirla hacia una profesión<br />

digna de sus aptitudes, bien sea en la televisión o la publicidad,<br />

Paula convierte su condena en una oportunidad<br />

de liberación: “[…] tengo deseos y sueño con satisfacerlos”<br />

(Gamboa, ibídem, p. 39), le comenta a Esteban. Sus deseos<br />

son sexuales y es evidente que no puede satisfacerlos<br />

en Colombia, donde lo más probable es que su conducta<br />

sea reprobada por su familia, por sus amigos y por su propio<br />

novio, con el que Paula confiesa que se siente aburrida<br />

en el plano erótico. Ya en su adolescencia había descubierto<br />

el placer de una manera categórica y sin ningún tipo de<br />

pudor: “el sexo desde la primera vez me dejó convertida”<br />

(Gamboa, ibídem, p. 39). Pero ni siquiera pudo admitirle<br />

sus experiencias a su prometido, por temor al escándalo y al<br />

rechazo. Le habría encantado tener más de lo que obtiene<br />

de su novio en el plano sexual, pero no es capaz de decírselo<br />

porque sería un irrespeto. Esta situación es extremadamente<br />

frecuente en las relaciones de pareja, y muchos de quienes<br />

leen este artículo estarían de acuerdo con ella cuando<br />

concluye: “[…] pero la verdad es que yo me muero de ganas<br />

de que me irrespete” (Gamboa, ibídem, p. 39). Lo habitual

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